III

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Él sostenía la mano de su nuevo amigo mientras a éste le sacaban un poco de sangre con una inyectadora un tanto extraña para ambos chicos, ya que estaba enchufada a otra cosa rara portadora de un liquido amarillento que rápidamente se mezclaba con la sangre de Juan Pablo.

- Tranquilo, ya terminé - sentenció el enfermero de rasgos suaves.

- G..gracias..- el mayor se sostenía un pedacito de algodón en la micro-apertura de su piel.

- Duele?- preguntó Martín algo nervioso, pero sin mostrarlo demasiado.

- Sí, pero yo nunca lloro.

El menor prosiguió a cambiar de puestos con Juan mientras que él retomaba el agarre de su mano como si fuera más importante el darle sustento que seguir sobándose el punto de dolor.

- No tienes que sostener mi mano.

- Claro que sí, porque tú sostubiste la mía... Es mi momento para darte ánimos.

- .. Eres cursi..

- Lo sé!

La tan divertida y original sonrisa del chico era extraña referida hacia Martín, por alguna razón sentía que no merecía tal apreciación o piedad, pero no podía simplemente soltar la fuerte atadura del contrario.

- Bien, aquí vamos...- el enfermero se encargó de esterilizar la máquina cambiando el frasco del líquido amarillento y luego tomar el débil brazo del menor para buscar la vena exacta de donde sacaría la sangre- .. ¿Son hermanitos?..- él se veía buena persona y lo dio a relucir con una pequeña sonrisa de medio lado luego de indagar por una conversación.

- No, nos conocimos hoy viniendo para acá. Somos amigos!- contestó Juan Pablo antes de que Bachi pudiese decir algo.

- Me alegro...

Cuando la aguja se insertó lentamente en la blanca piel del niño, él sinceramente no sintió mucho, creyó que su amigo era un llorón y que existían cosas peores... hasta que el artefacto comenzó a dirigir el líquido carmesí hacia sí mismo dándole un cambio extraño al funcionamiento común del cuerpo de Martín. Él se alteró un poco al mirar el rojo sin espesor salir de su brazo para tomar camino por una manguera muy delgada.

...sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, sangre, ¡Sangre!, sangre, sangre, sangre, flujo, sangre, muerte, sangre, mamá, Sangre, NUNCA, sangre, SANGRE!!!!!

Un doloroso bofetón lo sacó de su trance.

Sentía muchas miradas encima, gente hablando, hablaban de él.

Extraño.

Loco.

Anormal.

Perturbado.

Raro.

Irracional.

Payaso.

Jajajajaja!




Lo siguiente que sintió fue a sus piernas correr sin parar, como si su vida dependiera de ello, como si nada más importara.

Una mano tomó su hombro y lo hizo frenar.

- Martín, No les prestes atención. Ellos no entienden...

Sentía que un nudo en su garganta estaba por reventar, que su vista se empañaba por las inminentes lágrimas. Después de haberse defendido sólo todo éste tiempo ya nada de eso dolía, pero el llorar en frente de aquél chico le producía una impotencia que no podía comprender. Por un momento sintió que debía abrazarlo y hundir sus sollozos en la camisa del contrario, tapar sus ojos con su pecho y hacerle un cinturón con sus brazos para que el mayor supiera que debía cuidar de él como.... como hacía Simón.
Y sin darse cuenta ya lo estaba abrazando.

Juan no supo cómo responder ante éso, era una de las primeras veces que alguien lloraba en su regazo, sin embargo algo dentro de sí lo impulsó a bajar su cabeza hasta el hombro del más pequeño, abrazarlo también y luego susurrar en su oído.
.. Tranquilo... te voy a proteger..



S A V E  M E  [ᴵˢᵃʳᵍᵃˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora