XIII

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La tarde era bonita, y la sonrisa reprimida de un  Isaza intentando no parecer demasiado nervioso la adornaba con un bonhomía sus inminentes peticiones.

— Marto...— dijo por fin para atreverse a hablar luego de un largo rato de miradas Juguetonas y risas embobadas, lo que aunque al menor le causaba gracia y ternura, lo hacían sospechar todavía más del por qué estaban ahí.

— ¿Sí?— respondió suavemente.

— A usted... ¿Le gusta el algodón de azúcar?.

— Claro que sí ¿A quién no?— mientras hablaba y tenía la inclinación de su mirada ligeramente hacia arriba, Isaza podía notar el peine de sus pestañas bonitas y sencillas revolotear con fascinación hacia él; y quizás era así como Martín veía todo y le regalaba una expresión más a Isaza para adorar del Omega. Pues desde hace mucho Isa tenía una colección mental de sus atributos en detalle. Desde el triste patrón de sus caderas al caminar, hasta el corte de su voz cuando iba a tomar aire para una nueva oración, y cada palabra favorita, y gestos, y preferencias, y disgustos, también sabía a quién llamaba cuando se sentía mal, y a quién cuando se sentía bien. Simplemente todo acerca de Martín, y otra ventaja de esa sabiduría era la habilidad que había desarrollado para ocultarlo, y hacer creer a todo aquél que Isaza era un hombre sin amores a la vista.
Pero ahora, él desenredaba un gran embrollo de palabras que se acumulaban indecisas en su mente. Buscando el momento ideal para deshacerse de ellas con un "me gustas" a cambio de un "te quiero". Sin embargo, este tipo de decisiones nunca fueron fáciles.

— ¿Te compro uno?— Este día le hacía mucha ilusión desde hace años, por lo que le compraría un Algodón de azúcar al pequeño omega así constara un millón de dolares el mero esfuerzo.

Martín sonrió mientras negaba .

— No quiero que gaste su dinero, Isa.

— ¡Qué va'!— Juan Pablo lo tomó de la muñeca, lo que se llevó bien merecida una mirada extraña de parte de Bachi— No corte las alas, quiero ser un caballero.

— Okay, compreme un algodón. Pero sólo por su orgullo— rió.

Isaza se emocionó sin demasiados gestos, procurando siempre no espantar a su .. Bebé?. Luego fueron juntos a por los algodones de azúcar.




— Juan Pablo.

El mayor paró en seco para después mirar a Martín y provocar un tic rápido para darle paso a lo siguiente que diría, sereno y sin prevenir cualquier cosa, ya que desde que compraron la chuchería habían estado caminando en busca de algún banco de la plaza para sentarse.

— ¿Yo le gusto?

S A V E  M E  [ᴵˢᵃʳᵍᵃˢ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora