Recuerdos del ayer

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Volvía hacia mi motocicleta después de dejar a Rick en sus alucinaciones y extrañas conspiraciones. Puede que le haya prometido ir con al encuentro donde el ocultista, pero me negaba a hacerlo. —No iré de todas formas, me haré el olvidadizo, me disculparé y asunto resuelto.

Encendí mi moto y un Déjà vu atacó mi serenidad. Mi tranquilidad se vió truncada al considerar el por qué de esa sensación. Comencé a divagar hasta que el ruido del motor logró sacarme del trance. Aceleré sin mirar a ningún lado, alcé la mirada y con vista pérdida casi atropello a un grupo de amigas, las cuales por evidentes razones lanzaron groserías hacia mi despiste.

Llegué a mi hogar donde opté por preparar algo de comer y recostarme en el sillón. Había poco a elegir de la nevera, algunas sobras de pizza fue lo que ví más razonable para la ocasión. El ocaso ya se hacía notar, pues los último rayos de sol se deslumbraban por las ventanas de la sala, del apartamento de aquel gran edificio. Puse la pizza en el viejo microondas para que caliente mientras me daba un baño rápido. Entré a la ducha y dejé que el agua ahogara mis pesares e incomodidades. Mi momento de mayor paz era estar bajo la regadera y que sea el agua la que recorra mi cuerpo con total libertad. 

Salí de la ducha, me puse un bóxer, fuí a la cocina donde tomé con total placer aquellas 3 rebanadas de pizza con un poco de jugo de naranja de la nevera. Fuí hacia el sillón, me arrojé con increíble satisfacción. Puse las rebanadas encima de un plato y las sitúe en la mesa de centro. Me recosté de mi cómodo sillón y le di regusto a mis papilas gustativas de saborear aquellas rebanadas recalentadas de pizza.

Mi cuerpo quedó satisfecho tras devorar esos pedazos de pizza, bajarlos con aquel vaso de jugo, y disfrutar de la comodidad del sillón. Un profundo sueño me invadió. Mis músculos quedaron totalmente entumecidos; no podía levantarme. Cerré mis ojos en respuesta positiva hacia mis ganas de descansar. Sin enterarme me ví inmerso en un profundo sueño.

Abrí mis ojos y me ví situado en un lugar diferente; mi antigua casa. Ahí estaba acostado en el sillón, pero en el de la antigua casa de mis padres. Miré mis manos, las cuales aprecié que eran más pequeñas, miré a los alrededores y todo era totalmente idéntico. —¿Es que acaso viajé en el tiempo? Parecía que todo lo que había vivido en mi adultez era un sueño del cual nunca iba a despertar, pero todo se sentía tan real. Llegué a figurarme de que en realidad yo estaba ahí, y todo lo que había pasado era producto de mi mente. Incluso podía sentir perfectamente todo.

Me levanté con gran cansancio y me desplazaba con paso titubiante a través de la casa hasta mi habitación, que para ese tiempo la compartía con mi hermano mayor. Para mí sorpresa ahí estaba, usando la computadora como de costumbre, -mi hermano siempre fue un "tecnofílico", todo lo que hiciera referencia a la tecnología lo hacía muy feliz-. Me acerqué para conversar con él del increíble sueño que había tenido, pero cuando le dirigía la palabra me ignoraba.
—Vete de aquí, Gabriel. Estoy ocupado. Estorbas.
Sus palabras no me causaron una reacción sorpresiva, estaba acostumbrado al trato de mi hermano. Siempre fue bastante distante conmigo, todo era más importante que yo, pues sólo estaba demás. Volví entre mis pasos y un agradable aroma me atraía hasta la cocina. Fuí con paso lento, me acerqué meticulosamente y fue allí donde ví a mi madre, cocinando, casi siempre la veía en la cocina, pues le encantaba hacer deliciosos platillos para mí padre.

—¡Mamá! ¡Mamá! No creerás el sueño tan extraño que tuve. Yo era una persona mayor, trabajaba, estudiaba, pero cada vez que...
—Gabriel, ya te he dicho que no me interrumpas mientras estoy en la cocina. Puede ocurrir un accidente.
—Pero es que...
—¡Ya te he hablado! Tu padre está por llegar y quiero que la cena esté lista para cuando llegue. Ve y cuéntale a tu hermano.

El mundo de mi madre giraba entorno a mi padre. Para todo mi padre tenía razón, no importa lo que sea; Sí nos golpeaba, nos daba un sermón, discutía con mi madre, "él siempre tenía una razón para hacerlo y es correcto que lo haga". Era la forma en que mi madre lo veía.

Supe que no encontraría nada bueno en mi casa, así que opté por salir. A nadie le importaría si lo hago de todas formas. Tenía muchos amigos para aquel entonces, muchos de ellos siendo mis vecinos. Me dirigí hasta la casa de mi amigo más cercano, su casa estaba justo en frente de la mía. Toqué la puerta de la casa, pero nadie respondía, hasta que salió una mujer de mediana edad  y me dijo que él no se encontraba disponible, dormía, que era mejor que fuera a mi hogar con mi familia. Una idea bastante terrible a mi parecer.

No quise ir a la casa de otros de mis amigos, así que elegí ir hacia el parque. Allí estaba completamente sólo en mitad de la noche. Me recosté de un banco, respiré profundo y maldije mi suerte. Después de todo lo vivido en mi sueño me sentía un hombre en el cuerpo de un niño. De repente un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, me invadió un profundo temor. No entendía que pasaba, al voltear hacia atrás observé que una gran niebla oscura se acercaba, recubriendo todo a su paso. Quise correr, pero sentía que estaba adherido al banco. La niebla me recubrió. Todo estaba oscuro, luego escuché una voz que me gritaba "búscame". La voz era mi guía en aquella oscuridad, cuanto más alto la escuchaba mayor era mi desesperación por salir de allí, hasta que una luz me cegó completamente, y me ví nuevamente en mi cómodo sillón mientras los rayos del sol, deslumbrantes, iluminaban desde la ventana la mesa de centro.

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