Un encuentro imprevisto

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Mis músculos estaban tensos, mi respiración agitada y el sudor se había hecho uno con el sofá. Pocos son los sueños que logro recordar con lujo de detalles, por lo general los que recuerdo son los sueños húmedos y pesadillas, pero éste no me parecía una pesadilla, era demasiado realista. Las emociones, las sensaciones, el comportamiento de quienes estaban ahí, todo era demasiado exacto. Una pesadilla no puede ser tan específica; son simbólicas. No veía simbolismo alguno, todo era una representación de mi niñez. O mejor dicho una escena de mi niñez.

Extrañamente sentía como todo giraba entorno a ese sueño. No me dejaba de inquietar la presencia de esa niebla de nuevo, y el mismo local. Una pesadilla no ocurre 2 veces, y raras son las ocasiones en que se vinculan con tal entrecruzamiento. Me mostraba escéptico ante toda posibilidad que no pueda ser respondida con la lógica, o el sentido racional.

Dejé a un lado la marca que mi cuerpo dejó en el sofá, y opté por dirigirme hasta la regadera para refrigerar mi mente. Mi dependencia hacia la regadera, en momentos de flanqueo emocional, era total. Aunque, algo dentro de mí me decía que eso ésta vez no funcionaría.

Caminé con paso titubiante hasta el baño, era igual que la ocasión del sueño anterior. Permití que el agua recorra mi cuerpo y me dé un poco de mi anhelada paz, pero no fue así. Incliné la cabeza hacia la pared, no dejaba de cuestionarme lo que sucedía, o porqué me afectaba siquiera. –Sólo ha sido un mal sueño, tampoco es para tanto–. El agua se sentía más fría de lo normal, así que al salir de la ducha toque mi cuello, a lo cual noté que tenía fiebre. –Me habrá pasado por dormirme en el puto sofá.

Tomé rumbo a la universidad donde me pasé todo el trayecto mirando más el cielo y las nubes que me advertían de la lluvia que se avecina en lugar de la carretera. Esta vez no falté a la primera clase, sí no que habían suspendido ésta, por razón de que el profesor tuvo un que asistir a un accidente que le ocurrió a su hijo.

Tan pronto tuve la ocasión fuí a buscar a Rick, empecé por sus lugares frecuentados, donde hace lo mismo de siempre; intentar ligarse una chica. Para mí sorpresa no estaba en ninguno de esos. Sin embargo, me faltaba nuevamente un lugar por investigar, zona de aprendizajes, materiales didácticos fundamentos, y por supuesto chicas que ha vista de un joven como Rick eran zonas de fácil pescar; la biblioteca.

Iba con paso pesado negando toda posibilidad de que ahí estuviera, pero no fue así. Ahí lo ví, ahí estaba, tratando de ligarse a Tatiana, mi ex. Aunque, ésto Rick no lo sabia, nunca se lo comenté, deseaba que continuara sin saberlo, pues me llenaría de represalias por ser tan idiota y dejarla ir.

Me acerqué a espaldas de Tatiana para hacerle señas a Rick y que pueda verme. Su concentración hacia ella le imposibilitaba el voltear la mirada hacia mí. Susurré continuamente su nombre y eso no bastó, hasta que al hacer un contundente movimiento de brazo derribé unos libros sobre un escritorio, y todos voltearon a verme, incluyendo Tatiana.

La mirada de Tatiana poseía un brillo que desapareció al verme, su vista se tornó al suelo y volvió lentamente la mirada  hacía su escritorio. Rick se levantó exaltado y se dirigió hasta mi, tomándome del brazo y arrastrándome hasta otra de las secciones de la biblioteca.
—Tu misión es dejarme por siempre en la soltería?
—Siento haber estropeado conmovedor momento, pero necesito contarte algo.
—No podía esperar.
—No.
Dirigí la mirada nuevamente hacia Tatiana, donde nuestras miradas chocaron. Mi pecho me hizo presión y el respirar se hacía más difícil. No podía siquiera hablar.
—Vámonos. Te lo contaré fuera
—Pues, adelante. No quiero hacer esperar a ésta bella dama.
Rick puso rumbo hasta Tatiana e inclinó su cabeza. —Volveré en un momento— le susurró. Mientras en mí el dolor crecía.

Tatiana no apartó la mirada de mí mientras Rick recogía sus cosas del escritorio, no faltaban las ocasiones en la que parecía querer decirme algo, pero no iba a estar dispuesto a escucharla. Mi cuerpo sentía un arrepentimiento que tan solo creaba un nudo de culpa, el cual incrementaba con el pasar del tiempo.
Sin embargo, no quería librarme de aquel sentimiento. Entendía que era algo con lo que tenía que vivir, como un pago por lo que hice. Aún así, no negaba el hecho de que quería acercarme, hablar con ella, preguntarle cómo ha estado, cuáles sueños de los que me contó a logrado, cuestionarle su día a día, saber si ya ha encontrado un nuevo amor.

Rick finalizó de recoger sus cosas y con un movimiento de cabeza me indicó que ya podíamos irnos. Tatiana seguía mirándome, y yo la observaba de reojo. Había pasado bastante de la última vez que la ví, y aún me seguía pareciendo una chica hermosa. El solo pensarlo hizo que algo se quebrara, lo que me salvó fue Rick al tomarme del brazo, ansioso de que nos vayamos.

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