Capítulo 10: "El castillo de la ciudad."

94 17 1
                                    

Capítulo 10: "El castillo de la ciudad."



Ah, mierda. ¿Qué carajo pasó durante la noche? Que se yo, ni me acuerdo. Bueno, la mañana acaba de llegar asi que va siendo hora de levantarse porque llegó el momento de preparar un asado para la familia real. Pero primero...

—Freixla, arriba, que tenemos...¿Freixla? ¿Donde estás? Dale que vamos a tener alto bolonqui si no llegamos a tiempo. —No recibo ninguna respuesta. ¿En donde mierda se metió esta tarada?

—Oh, disculpe señor, es que estaba preparando las cosas. Ya tengo aquí las maletas con las herramientas para trabajar allá, pero me encontré con un gran problema. No tenemos como mover la parrilla. Está adherida al suelo. —Ahora me pregunto yo: en un castillo, ¿hay tantas boludeces y no tienen una simple parrilla para que yo pueda preparar mi majestuoso asado? Pero que gente enferma.

—¿Y ellos no tienen ninguna allá? Yo supongo que deben tener alguno, que no sean ratas. —Esperen...estamos hablando de una familia real...sí, pueden ser así de ratas. Pero bueno, mientras me garpen buena guita, me chupa un huevo como sean ellos.

—Me olvidé de preguntarles eso, supongo que debí haber empezado por ahí. Voy a ver que puedo hacer para ponerme en contacto con ellos o con algún guardia que conozca a fondo el castillo. Seguro nos darán una mano. —Piola, mientras tanto me gustaría continuar preparando todo para irnos, pero no tengo ni puta idea de qué hacer ni lo que ya hizo ella.

—¿Necesitás que haga algo más con las valijas estas para que vos tengas menos trabajo cuando vuelvas? Digo, así te hecho una mano y no te dejo sola con esto. —Bien, ahora tendré una respuesta clara y entendible...espero.

—Por supuesto, necesito de la comprensión de la energía Greyser para la extracción de Fíon y la metafusión con compuestos semiorgánicos Holkyer, o dicho de una manera entendible para un humano: guarda algo de ropa tuya. Tal vez la necesites, ya que estaremos todo el día en el castillo posiblemente necesitemos algún cambio. —Estuve a punto de mandarla a la mierda, menos mal que me simplificó todo. Un poco de ropa...pará un cacho. Desde que llegué a este mundo no me cambié, y eso era porque no tenía nada mas con lo que vestirme. Bien, entonces no hay nada para hacer.

Sin saber que hacer, algo aburrido por no tener nada para hacer, y un poco ansioso por empezar con este trabajo grande para la familia real, veo a Freixla alejarse caminando y saliendo del restaurante por la puerta principal, avisando a las personas que hoy no abriríamos en el proceso. Chusmeando un poco las valijas ya armadas, dentro ya estaba todo lo que usaba para preparar comidas a la parrilla...y algunas usadas por ella para hacer cosas al horno o fritas.

No sé por cuanto tiempo tenía que esperar acá, estando el local totalmente vacío, sin gente. Eso todo demasiado aburrido. Creo que leer esa novela Abeian mientras le hago masajes al televisor es mas entretenido que esto. Posta lo digo. A ver si encuentro algo para hacer, incluso si es clavarme una paja mirando a las minas que pasan por la calle con esas armaduras que parecen bikinis.

—Regresé —La puta madre, la pendeja de mierda volvió—. Hay una parrilla en el castillo, de la misma forma en que ellos ya tienen toda la carne para la gran cena. Solamente tenemos que preocuparnos por llevar nuestras herramientas de cocina y las ganas de trabajar para personas tan importantes. ¿Qué me dices? —Los reyes son gente de mucha guita asi que...por interés baila el mono. Allá vamos, cena real.

—Buenísimo. ¿Nos ponemos en marcha? —pregunto ansioso por laburar allá. Ni se imaginan como estoy, gente. Parezco un wachiturro en medio de un festival de cumbia villera. Por cierto, recién me acabo de dar cuenta de una cosa...¿acaso el vestido de Freixla está un poco mas transparente de lo normal?

—Si, empecemos a andar con dirección al castillo. Antes que nada una cosa...por favor, cuando me mires intenta evitar que tus ojos se crucen con mis partes íntimas. Estuve transpirando mucho asi que mi vestido se ve demasiado transparente. Iría hasta el reino de los cielos por un cambio de ropa, pero no hago tiempo. —Ahí está la respuesta que buscaba. Tu tranquila, bebita, luces mejor así. Ja, ja, ja, ja.

—No hay problema. Intentaré no observar hacia tus partes privadas —Si, claro, como no—. Bueno, ¿arrancamos viaje de una vez? Estamos acá diciendo que vamos a empezar a ir hace banda. —Ciertamente, tengo razón. Si no empezamos a movernos de una puta vez, no vamos a hacer nada.

—Como diga señor. Pues, ¡en marcha! —Ella empieza a caminar hacia la puerta principal para salir del restaurante, y yo la sigo por detrás. En poquitos segundos, ya estábamos los dos juntos fuera de mi local, y observando la imponente presencia del castillo en un rincón alejado de la ciudad— Hay mucho por caminar, ¿cuanta distancia hay? —Tal vez por el tamaño de la construcción parecía menos, pero estimo que eran unos trescientos metros, ¿mas o menos?

—Para llegar hasta el lugar al que debemos ir para trabajar hoy, tenemos que caminar unos tres mil metros. Cuando estemos ahí, tenemos que continuar la andanza para subir a la colina sobre la cual está ese castillo. Son unos quinientos metros de ascenso. Va a ser un viaje super divertido, ¿qué me dices? —Pará un poco, ¿¡qué!? ¿Tres kilómetros y medio de viaje a pie? Chau, ya fue, me pongo a hacer dedo acá nomas. Seguro voy a enganchar a algún boludo que me lleve.

—Me tenés que estar jodiendo. Eso es demasiado viaje. No voy a aguantar tanto. ¿Tenés alguna idea para llegar mas rápido? —Ella me lanzó una sonrisa. ¿Acaso tiene alguna idea? Si es así, que la tire ya.

—La verdad es que estamos cortos de tiempo, asi que si caminábamos no íbamos a estar en hora para comenzar con todos los preparativos. Por eso yo me encargué de eso. Con la ayuda de mi madre, voy a teletransportarnos directamente hasta las puertas del castillo. —Buenísimo, zafé de caminar...¿Teletransportar? No, no, no, no. Me rehúso. No me gusta como suena eso no quie...

De repente, un profundo azul y negro me envuelve por completo, aunque por unos segundos. Se fue rápido, yo regresé a la normalidad. Lo primero que noté es que ya no estaba en medio de la ciudad como hacía un diminuto fragmento de minuto atrás. Solamente tuve que levantar la vista para darme cuenta de donde estaba: me encontraba a los pies del castillo.



Continuará...

Soy un parrillero argentino que llegó a otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora