Capítulo 20: "La gran choripaneada."

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Capítulo 20: "La gran choripaneada."


Todo va excelentemente. Los choripanes se están repartiendo sin atrasos ni problemas. Todos están disfrutando la comida, aunque hay una cosa que me preocupa. La sirvienta esa, ¿Kim era?, parece que no conoce mucho esta comida, porque los sirve apoyándolos en un plato.

Por otro lado, Lymfort también empezó igual, pero al observarme entregándolos de mano a mano, sosteniéndolo por la parte de abajo, él tomó nota y empezó a hacerlo igual. Es un gran aprendiz, con el tiempo se convertirá en un excelente parrillero...pero no tan bueno como yo, ¿eh? Que quede claro eso.

Bueno, el reparto pasó bastante rápido. En solamente algunos minutos ya todos estaban disfrutando su comida. Todavía faltaba una segunda ronda de choripanes, pero preferiría esperar a que la mayoría termine el primero antes de servir más. Mientras tanto, iba a intentar enseñarle a esta Kim como se sirve un verdadero choripan.

—Me encantaría aprender de usted, señor. Por favor, enséñeme. —Bien, entonces allá vamos.

Primero, agarro una servilleta. Sobra decir que debe estar sin uso recién sacada del servilletero, o del paquete de servilletas, perfectamente limpia. Con eso en una mano, agarrás un choripan desde la mitad inferior del pan y rodeas la parte de abajo con la servilleta. Siempre se debe cuidar que la abertura en donde se ve el chorizo y donde está puesto el chimichurri, esté arriba. Cuando lo tengas en tu mano de esa forma, vas hasta la persona, y se lo entregás como si se tratara de un cuchillo o una espada muy pequeña, pasando a sostener solamente una punta, para que él, o ella, pueda tomarlo por la otra punta. Asegurate que la servilleta sea agarrada por la otra persona y no se caiga ni se suelte del pan durante el traspaso.

—Ya con eso, tendrías que ser capaz de servir choripanes de manera excelente. —Le levanto los pulgares en señal de que está todo bien y giro mi cabeza para ver a todos mis comensales celestiales. Ya casi todos habían terminado, solo quedaba Freixla que estaba casi ahogada con un trozo muy grande. Hora del segundo tiempo.

La entrega de todos los choripanes terminó. Alcanzó justo para servirle dos a cada deidad. Aunque ahora había un problema, los tres que servimos la comida somos los que tenemos hambre. Menos mal que dejé una pequeña reserva de tres choripanes extras en la cocina.

Nikeyra terminó en seguida de comer por segunda vez. Habiendo terminado de almorzar, se levantó de la mesa para hablarme. ¿Se paró cuando los demás no terminaron? ¡Qué maleducada!

—Señor parrillero, Lymfort, el día de hoy hicieron un trabajo excelente. Realmente me han enamorado de la comida que prepararon juntos. Si les soy sincera, me encantaría tenerlos a ambos juntos en nuestra cocina, preparándonos cada almuerzo y cada cena junto a los demás, pero creo que sus caminos son muy diferentes. Lymfort, sé que quieres quedarte aquí conmigo, y usted, parrillero, sé que quiere seguir con su pequeño restaurante en la tierra. Por eso quería preguntar si Lymfort podía aprender a preparar choripanes, asados y demás cosas de ese lugar llamado Argentina. Me gusta lo que hacen, y quisiera seguir comiendo. —Sus palabras me dejaron boquiabierto. Nunca antes me habían felicitado tan enormemente por alguna comida que haya preparado.

—Creo que esta sería una gran oportunidad para él. Tiene muchas ganas de aprender mis comidas. Aceptaré enseñarle para que pueda cocinarle estas cosas deliciosas para usted y sus compañeros. —Creo que fue la mejor decisión. Lymfort me abrazó fuerte, pero yo prefiero pensar una cosa: ¿Se puede construir una amistad tan fuerte en tan poco tiempo? Yo creía que no, pero con este dragoncito, tuvimos verdadera química. Actuamos como un equipo de profesionales listos para destronar a cualquier chef internacional.

—Esto solamente podemos celebrarlo de una forma, y es algo que aprendí a escondidas de Freixla —Lymfort se está preparando para gritar, esto no me gusta—. ¡Un aplauso para el asador! —En seguida empezaron a sonar aplausos por todos lados. Olvidé esta parte. El mejor momento, la mejor parte de ser un parrillero. Todos aplauden las obras maestras que preparas con tu mejor amiga: la parrilla. Muchas cosas pasan por mi cabeza ahora, la familia, los amigos, las juntadas con asado, planes de fin de semana con choripan...esos aplausos eran todo lo que necesitaba para que yo termine de sentirme totalmente como en casa. Creo que se me están derramando algunas lágrimas, pero que se vayan a la mierda. Vivir este momento, es algo hermoso.

Todos los que llegan a un nuevo mundo, automáticamente quieren ser un guerrero poderoso que, con espada y armadura, salve el mundo de un rey malvado, y tenga la compañía de un harem de señoritas bonitas. Mientras tanto, yo solo quiero asar en una parrilla y sentirme reconfortado con el disfrute que otros sienten al comer lo que preparo. Porque ese es mi motivo para vivir, tanto en la anterior vida como en la actual. Esto es todo lo que necesito.

—Señor parrillero, quiero que me acompañe. Hay algo que quiero mostrarle con la compañía de Eneyra. —Cuando mencionó ese nombre, se puso de pie una chica que reconocí en seguida. Ella era la diosa que me trajo a este mundo cuando morí en la Tierra. Es gracias a esta turra que hoy estoy acá. Después tengo que darle un fuerte abrazo y agradecerle por traerme. No me imagino la vida si hubiera llegado a otro lugar.

Los tres caminamos un corto camino hasta una sala cuadrada con una especie de portal en el centro. Una persona estaba saliendo desde el interior, alguien que estaba siendo invocado por esta Eneyra. Cuando por fin pude verla completa, la reconocí en seguida, ella era...

—¡Amor! Acá estás. Te extrañé un montón. Ver el programa de Mirtha Legrand cada domingo no es lo mismo sin vos. —¡Me cago en la puta que lo re mil parió! ¡Es mi jermu!

—Es tu esposa. Creíamos que la extrañabas, asi que aprovechando que ella murió, la trajimos aquí antes de que sea invocada en algún otro mundo. —La hubieran dejado, nomás. Hijas de puta, no me merezco tanto castigo. Es hora de hacer como en los viejos tiempos cuando ella tenía ganas de sexo, correr y ser perseguido como en los dibujitos animados.

—Creo que no debimos hacer eso. —dijo, no sé, ¿Nikeyra? Estoy muy lejos y corriendo como para prestar atención a lo que están diciendo. Estaba teniendo un día excelente, ¿por qué tuvieron que cagármelo de semejante manera?


Continuará...

Soy un parrillero argentino que llegó a otro mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora