capitulo 3

588 68 7
                                    

Despertaron a la vez, el despertador tocó a las 6 de la mañana, cuando apenas había amanecido aún. No llovía, por lo que comenzaba una jornada de duro trabajo. No hablaron al levantarse, ni al desayunar, Amaia no solía hacerlo, y Alfred... Alfred aún estaba enfadado por la actitud de Amaia con Pablo.

Caminaron hasta su puesto y Amaia rompió el hielo.

-. ¿Te comió la lengua el gato?

-. No.

-. Cualquiera lo diría...

-. Estoy trabajando.

-. Ya veo ya...

-. ¿Te molesta?

-. Alfred... haz lo que quieras, no quieres hablar no hables, solo pretendía ser agradable.

-. ¿Desde cuando lo intentas?

-. Veo que te has levantado con ganas de fastidiar... una pena.

-. Yo no quiero fastidiar a nadie, tan solo estoy trabajando, no tengo por que hablar, ni por que ser agradable.

-. Perfecto. Que pases un buen día.

Y diciendo eso se marchó al otro extremo de su excavación, lo suficientemente lejos como para no tener que cruzarse en todo el día.

"Perfecto, buena manera de comenzar el día" murmuró Alfred.

-. Hola Amaia, buenos días.

-. Hola Pablo.

-. ¿Cómo llevas la mañana?

-. Agotadora, pero bien.

-. ¿Están saliendo cosas?

-. La verdad es que si, hay desde huesos hasta vasijas... está siendo un día productivo.

-. ¿Y Alfred?

-. Al otro extremo, desde aquí no se le ve.

-. ¿Y eso?

-. Bueno, hemos empezado por puntos diferentes.

-. ¿Te vienes a comer?

-. ¿Ya es la hora?

-. Si, son las dos, y llevamos desde las 7 aquí, nos merecemos un descanso.

-. Voy a avisar a Alfred ¿me esperas un segundo?

-. Claro preciosa, aquí te espero.

Se acercó hasta donde se encontraba Alfred. Cambió la sonrisa de su cara por un gesto más chulesco.

-. Alfred vino Pablo a buscarme para comer. En un rato vuelvo.

-. ....

-. ¿No vas a decir nada?

-. ¿Qué aproveche te parece bien?

-. Vete a la porra.

Y se marchó con Pablo, feliz al ver como los celos comían por dentro a Alfred.

La divertía ese juego, quizás sentía que Alfred estaba sintiendo y sufriendo parte de lo que ella sintió en su día. Feliz al comprobar que no le era indiferente a Alfred, que aún quedaban rescoldos de aquella pasión que se había apagado hacia ya más de un año.

Volvió de comer a la media hora, cuando estaba tan enfrascada en la excavación apenas comía, la emoción se lo impedía, necesitaba seguir explorando el terreno, seguir buscando restos de civilizaciones antiguas. Alfred seguía allí, trabajando a un ritmo endiablado, como queriendo aplacar sus sentimientos, sus celos, a base de agotar sus fuerzas en el trabajo.

La cajita de músicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora