capitulo 4

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Amaneció un día soleado, en contraste con los días anteriores que habían sido tristes y oscuros. Notó como alguien la tenía abrazada por la cintura y se giró, vio a Alfred dormir, respirando el mismo aire que ella y se preocupó, no sabía si alegrarse por todo lo que había pasado el día anterior o arrepentirse de todo aquello

Despertó y no la vio a su lado, miró por la tienda y tampoco la vio. Suponía que se había marchado ya a desayunar. No se esperaba un despertar romántico, pero tampoco despertarse solo después de todo lo que había ocurrido el día anterior entre ellos.

¿Se habría arrepentido Amaia de todo aquello? Sintió un pinchazo en el corazón al pensar eso...

-. ¿Te apetece entonces Amaia?

-. Pero... ¿y mi parte de la excavación?

-. Son solo dos días, necesitamos a alguien más, el hallazgo es importante y nosotros dos somos pocas manos.

-. Si, pero Alfred y yo también estamos trabajando duro, no puedo dejar tirada mi parte de la excavación, no es serio.

-. No te estoy pidiendo que te retires de tu proyecto, sino que nos ayudes a mí y a Santi en la nuestra. Solo serán dos días.

-. El jefe de la expedición es Alfred ¿Habéis hablado ya con él?

-. Amaia quien mejor se lleva con él de aquí eres tú, os pasáis el día juntos, y no solo aquí.

-. Pablo mi vida privada va a parte. Además de que te equivocas en cuanto a mi relación con Alfred.

-. Amaia por favor, todos sabemos que hay algo entre vosotros.

-. Entre nosotros no hay nada, somos compañeros de trabajo. De todas formas yo hablaré con él. Veremos a ver que pasa.

La encontró en el comedor, removiendo nerviosa el café, sola, con la mirada perdida.

-. ¿Me puedo sentar?

-. Claro.

-. No me despertaste.

-. Me daba penita, estabas tan dormido...

-. Amaia, yo...

-. Alfred para, no sigas por ahí, no quiero hablar de nosotros, no ahora, ni para bien ni para mal.

-. ¿Por qué?

-. Porque no Alfred, porque estoy confundida, porque no tengo las cosas claras...

-. Pero ayer...

-. Lo de ayer fue precioso, pero nada más.

-. No lo entiendo...

-. Lo siento Alfred.

Se quedaron en silencio unos instantes hasta que Amaia volvió a hablar.

-. Alfred... verás, yo... quería comentarte una cosa.

-. Dime.

-. Antes estuve hablando con Pablo y con Santi... quieren que los ayude unos días en su excavación.

-. ¿Qué?

-. Si, tú eres el jefe de la excavación... necesito que me digas si puedo echarles esa mano.

-. ¿Y nuestro trabajo?

-. Solo serán dos días.

Alfred estaba enfadado... o quizás dolido...

-. ¿Quieres irte con ellos? Estupendo, haz lo que te de la gana, como siempre, piensa solo en ti. Luego el egoísta soy yo.

Y diciendo esto se marchó del comedor dejando a Amaia sola con su café.

La cajita de músicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora