Transcurría el 7º mes de embarazo, la comunicación entre Amaia y Alfred era prácticamente nula, desde aquel día no volvieron a hablar de nada que no estuviese relacionado con Coralinda.
Sonó el timbre de la casa de Amaia, que estaba terminando de vestirse.
-. Ah, eres tú...
-. ¿Esperabas a alguien?
-. A cualquiera que no fueses tú.
-. Pues lo siento, tienes que aguantarme toda la mañana.
-. ¿Ah si? ¿Dónde pone eso?
-. Tienes que ir al ginecólogo, y pienso acompañarte.
-. Se ir sola.
-. Soy el padre de tu hija.
-. Mira, paso de ti, me voy a vestir, si quieres espérame, sino vete y nos hacemos un favor.
-. Eso ni lo sueñes Amaia, voy a ir a ver a mi niña, quieras o no quieras.
-. Dios mío, que cruz...
Vieron a su niña en el ecógrafo. Todo iba bien por el momento. Las cosas estaban en calma, aunque el ginecólogo comentó a los padres que era posible que se produjese un parto prematuro. No debían alarmarse por ello, la niña estaba completamente formada y bastante bien de peso.
Nada de tabaco ni alcohol y mucha calma fueron las últimas recomendaciones antes de salir de la consulta.
-. Te invito a un helado.
-. ¿Contigo? No gracias.
-. Es un helado, hace mucho calor, te vendrá bien.
-. No es el helado, es la compañía.
-. Eres la persona más agradable que conozco...
-. Veo que comienzas a dominar la ironía.
-. Tengo buena maestra.
Amaia se quedó pálida por momentos... hacía demasiado calor.
-. ¿Te encuentras bien?
-. Joder que pesado eres...
-. Estás pálida.
-. Estoy mareada Alfred... hace mucho calor.
-. Vamos a sentarnos.
Amaia al final accedió y se sentaron en una terraza donde se tomaron un helado y un refresco.
-. ¿Te encuentras mejor?
-. Si...
-. Vámonos para casa.
-. Alfred... por favor, no seas pesado.
-. Amaia... ¿sabes que me importa un pimiento lo que digas? Nos vamos a casa y punto.
No tenía fuerzas ni para contestarle, así que accedió y tomando un taxi se marcharon para casa.
Al llegar al rellano cada uno de ellos se dirigió a la puerta de su casa, desde la cual Amaia llamó a Alfred.
-. Alfred.
-. ¿Si?
-. Gracias por el helado y el refresco.
-. De nada. Cuando quieras repetimos.
-. Ni lo sueñes.
-. Veo que estás totalmente recuperada.
-. Me voy a ahorrar la contestación.
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La cajita de música
Fanfiction-. Dice una antigua leyenda egipcia que esa cajita de música perteneció a un faraón. Un faraón que estaba enfermo de amor. Amaba en silencio a una bella mujer, que no conocía apenas. El faraón no comía, no dormía, no reía... vivía en su mundo interi...