Psicología de festival

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Febrero es un muy buen mes para mi negocio, ya que como está el Festival de Viña, tengo muchos pacientes de temporada, que se ven afectados con este evento.

Los primeros en llegar son los dobles de artistas que tienen problemas de personalidad constante, al dedicar años de su vida a imitar a otro. Casos parecidos al corpóreo de Piñerín (actualmente internado en El Peral), pero más leves. También accedí este año a aceptar a algunos fans con trastornos de obsesión más avanzados de lo normal, que incluso amenazan de muerte a quienes insultan a sus artistas.

Hoy espero a uno de mis favoritos (lo confieso en secreto, ya que no es muy profesional de mi parte), pero es muy ameno conversar con él, porque responde siempre cantando como el artista.

Tocan el timbre y abro de inmediato, como siempre tan puntual en mi puerta, uno de los mejores dobles de Chile, Marco Antonio SolisTA.

-Bienvenido, adelante, por favor toma asiento- le digo y me devuelve una sonrisa, y me obedece de inmediato, ya que un artista de su calibre tiene poco tiempo.

Me siento en el sillón evaluador y le pregunto de inmediato cómo ha estado su año, ya que no nos veíamos desde el anterior festival, y si el no venir a terapia le ha funcionado bien y me responde cantando -No hay nada más difícil que vivir sin ti, sufriendo en la espera de verte llegar (8) - Marco, yo no tenía que llegar a ninguna parte, si querías venir a la consulta, me llamas y agendamos hora. Pero ¿has andado bien? ¿cómo te has sentido?- SolisTA se levanta melancólico y entona- El espejo no miente, me veo tan diferente. Me haces falta tú (8).- Deberías haber llamado entonces, por favor siéntate- exigí, porque o sino se entusiasma y se pone en modo concierto.

Al terminar mi sesión con Marco Antonio SolisTA, quedé un poco con ese espíritu romántico y me decidí a mandar un Whatsapp a mi vecina Mónica, a ver si quería salir por ahí conmigo. Hace rato que no nos veíamos, y la verdad que lo pasamos muy bien juntos, pero al parecer su nuevo trabajo la demandaba más y nos estábamos alejando. Aunqueeeee, la verdad, no le creía mucho y comencé a sospechar que esta mujer amante de la salsa, andaba en otros pasos y por eso me andaba haciendo el quite.

Nerón apareció al fin en el living, medio asustado aún por los cantos de mi paciente, pero ya más relajado al ver que ya se había ido, se acostó en el diván a dormir su siesta. Yo me senté a su lado para esperar con toda tranquilidad que Mónica me respondiera, lo que nunca sucedió, y la maldita me dejó en visto.

No quise alterarme, pero opté por bajar a su departamento y preguntar por qué cresta no me contestaba el whatsapp, pero alcancé a llegar a las escaleras cuando la vi saliendo de su depto con un cubano, pinta de bailarín de cabaret, toda arreglada y perfumada, que me dejó mareado y subí gateando para evitar que me viera. 

Justo cuando estaba pasando desapercibido, me topé con la señora Matilde, que me saludó afectuosa - ¡LUCIANITOOO! ¿QUÉ HACE GATEANDO POR ACÁ? ¿SE LE PERDIÓ EL GATO?- Lamentablemente lo dijo gritando, lo que hizo que Mónica y el otro tipo miraran hacia arriba- SIII, SE ME ESCAPÓ DE NUEVO NERÓN ¿LO HA VISTO?- (no sé por qué grité también) y subí corriendo sin mirar atrás para encerrarme hasta nuevo aviso. 

El vecino del 51 ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora