Epílogo

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-Hola pequeña- la niña revolvía en su bolsillo, para encontrar las monedas que su tío le había dado el día anterior, metiéndolas en el vaso que aquel hombre sostenía en la mano- Muchas gracias, ¿Cómo te llamas?

-Ela, me llamo Ela. - la pequeña intentaba leer el mensaje del cartón que el chico tenia apoyado junto a él.

- ¿Te han dicho alguna vez que tienes un pelo precioso? Yo conocí a una chica que tenía el pelo como tú, muy rizo y rubio- la niña asentía

-Mama tiene el pelo como yo, como una leona, igual que yo, lo que pasa que yo aún soy pequeña, pero cuando sea grande igual que ella, yo también puedo ser la leona de mami, que me lo prometieron- el chico se reía

- ¿Cuántos años tienes tu leoncilla?

-Cuatro- sacaba cuatro dedos de su mano, para enseñarle que lo que decía era cierto- ya soy más mayor pero aún me falta un poco.

-¡¡¡Ela, vamos tenemos que irnos o llegaremos tarde!!!!- una voz llegaba desde uno de los bares de la plaza

-Me tengo que ir, o mama me va a reñir, vamos a ver un concierto de mami, y nos va a subir a un balcón muy alto, porque es la que canta, es la jefa, pero es buena eh. - el chico se reía- ¿Qué pone ahí? - señalaba el cartel

-Dice que tengo...- agachaba la vista- dice que, si pones una moneda en este vaso, empezaran a crecer más detrás de tu oreja ¿quieres verlo? - la pequeña asentía ilusionada, y el hacia el truco de quitarle una moneda de su oreja, haciendo que ella abriese mucho la boca, mirando la moneda como si fuera lo más increíble que hubiera visto en su vida. - ¿Te ha gustado?

-Es que...¡¡es imposible!!- se tocaba la oreja- Toma- le tendía la moneda de nuevo

- No, no, es para ti, quédatela

- Yo puedo sacar muchas de la oreja, tú tienes pocas- él la cogía sonriendo- Tengo que irme, mama me va a reñir, adiós- la niña agitaba efusivamente su mano para despedirse de aquel chico

-Ela, Ela, espera un momento- la niña se giraba- ¿Cómo se llama tu mama?

-Miriam, mama se llama Miriam, Y mi mami, Ana. - él sonreía

- Ella, dile a tu mama que no tenga miedo por ti, que en la calle siempre habrá un Ángel cuidándote ¿Vale? ¿Te acordarás? - la niña asentía y corría de nuevo hacia el bar donde estaba su madre.

-Mama, mama- la niña se tiraba a los brazos de su madre- mira, mira, mira detrás de mi oreja, hay monedas- la gallega la miraba riendo

- ¿Qué dices Ela? ¿De qué hablas?

-Mama, que sí, que el ángel sacó una moneda detrás, ahí- la niña doblaba su oreja para enseñarle a su madre de donde la había sacado

-Ah, claro Miriam, monedas. Ela ven - Agoney llamaba la atención de la niña, y la cogía en sus brazos- Lo que pasa es que para sacar monedas de la oreja hay que tener mucha magia y mama lo que tiene es mucha mala leche

- ¿Por qué esta mala la leche mama? - la niña la miraba preocupada, y su madre se reía

-No esta mala cariño, es que tu tío ha bebido espuma y no sabe lo que dice. - la niña llamaba espuma a la cerveza, porque habían tenido que convencerla de que era como la espuma de la bañera, que sabía igual de mal, para que dejara de insistir en probarla.

-No hagas caso Ela, mira- Agoney sacaba una moneda detrás de su oreja, y se la daba, mientras ella la miraba emocionada de nuevo

-Pero, es imposible, si...Es imposible, si ella no tenía nada en la oreja- Aitana daba un manotazo a su amiga, a veces dudaban de quien era más niña, si Ela o Amaia

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⏰ Última actualización: Mar 05, 2019 ⏰

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