Cap. 8- Rompecabezas

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Llegué quince minutos antes de que llegaran Dexter y Summer a la cafetería. Me senté en una mesa cerca de la ventana, desde allí tenía la vista perfecta de toda la cafetería. Le había dicho a Dexter que se sentaran en una de las mesas del centro. Pasaron aproximadamente cinco minutos cuando los vi entrando tomé mi libro y lo eleve haciendo que tapara mi cara pero aun así dejaba a la vista mis ojos, pero ellos estaban muy lejos para verme. Ambos hablan y reían, había momentos en lo que Summer se distraía y Dexter se le quedaba viendo, su mirada demostraba el amor que sentía por ella, todos sus sentimientos. Ellas tenían mucha suerte al tener a Dexter y a Eddie, y ellos tenían suerte al tenerlas.

Despues de media hora Dexter se tocó la pierna, mi señal de salida. Salí de la cafetería tratando de no llamar la atención de Summer. Cuando estuve fuera suspiré, una fresca brisa me golpeó y me coloqué mi chaqueta abrazándome a mi misma. Mi celular vibró en el bolcillo trasero de mi pantalón, desbloqueé la pantalla encontrándome con un mensaje de Angus. Sonreí.

"Mira del otro lado de la calle"

Elevé mi cabeza encontrándome con Angus saludándome con una de sus manos. Crucé la calle y le di un pequeño abrazo.

—¿Y ahora que hacemos? —le pregunté mientras comenzábamos a caminar.

—¿Te gustaría tomar un café conmigo? Conozco una muy buena cafetería cerca de aquí.

—Perfecto. —sonreí, tratando de que no sea evidente lo emocionada que estaba.

—¿Cómo te fue con Dexter?

—Muy bien, no esperaba lo contario —me encogí de hombros—. ¿Y a ti con Eddie y Paige?

—Fue muy divertido, Eddie hablaba extremadamente alto y hacía que las personas a su alrededor se quejaran, mientras Paige trataba de contener la risa y le decía a Eddie que guardara silencio —rió negando, sonreí imaginándome la escena y reí—. Y casi los echan, Eddie comenzó a caminar hacia tras y chocó con un estante tirando todos los libros que estaban ahí, un guardia llegó y comenzó a decirles que tenían que irse, pero Paige lo convenció para que los dejara quedarse si ellos juntaban el desastre que habían ocasionado.

—Tendrías que haberlo grabado —reí.

Entramos en una pintoresca cafetería inspirada en los años 50. Habría una gran rocola adornaba el lugar. Al entrar sentías que viajabas en el tiempo. Las camareras estaban vestidas acorde a la época. Angus me guio hasta una mesa que quedaba cerca de la ventana, nos sentamos y le pregunté que me recomendaba.

—Un batido de chocolate —dijo muy decidido—, son los mejores.

Cuando nos entregaron nuestro pedido comencé a pensar en la suerte que tenían Paige y Summer al encontrar a personas que las querían con todos sus virtudes y defectos. Personas que estaban dispuestas a hacer cualquier cosa por verlas sonreír. No, no estaba celosa ni las envidiaba, estaba extremadamente feliz por ellas. Solo sentía que en mi vida había algo que faltaba...

—¿Te encuentras bien? —elevé la vista de mi batido encontrándome con Angus que fruncía el ceño con preocupación— Estás más callada de lo normal.

—Hay veces que siento que mi rompecabezas no está completo, ¿sabes? —fui cien porciento sincera con él. Nunca le había dicho a nadie los pensamientos que ocupaban mi mente, pero Angus me transmitía seguridad— Como si le faltara una pieza, y exactamente esa pieza la que le da sentido a mi rompecabezas, sin ella todo está borroso. Confuso. Sin sentido.

Bajé nuevamente la vista hacia mi batido y comencé a jugar con la bombilla de manera distraída.

—Tal vez ya hayas encontrado es pieza —dijo con total sinceridad en su voz—. Quizá esté allí a simple vista, pero aún no te haz dado cuenta.

Lo miré, él estaba jugando con sus manos, tal vez nervioso. Elevó su cabeza regalándome una pequeña sonrisa de lado.

Siempre había buscado a alguien que me hiciera sentir especial. Que me entendiera y apoyara mis proyecto. Hasta pensé haberla encontrado. Pero no todo siempre es perfecto, casi siempre terminas herido y con el corazón roto. El camino hacia el amor siempre era complicado, y casi siempre te equivocabas de camino, tomando la senda del dolor y sufrimiento.

La mayoría de las personas se enamoraban muy rápido. Ese era el problema. Se enamoraban de las cosas buenas que tenía una persona, lo que se encontraba a siempre vista, y luego, a veces, no estaban dispuestos a sobrellevar los problemas y/o defectos que tenía aquella persona en el interior. Y, por desgracia, así terminaban esas historias, esas cortas y tristes historias de amor. Siempre salía alguien con el corazón roto. Lo peor era cuando te rompían el corazón sin ninguna razón convincente. Y entonces quedabas allí desolada, con un bote de helado y el corazón roto.

Entonces había dos opciones, no apostar más en el amor, o buscar a otra persona que te hiciera sentir mejor de lo que hacía la persona que te rompió el corazón. Pero dicen que el amor te encuentra cuando estás listo, y yo esperaba estarlo.

—Tal vez. —susurré con una pequeña sonrisa.

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