Cap. 6- La perfección, en comida.

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Me reí mientras veía como Summer daba vuelta el ropero de Paige buscándole atuendos para el día siguiente. Paige estaba sentada a mi lado en su cama, mirando el desorden que Summer estaba ocasionando y posiblemente no ordenaría. La mitad del cuerpo de mi amiga estaba dentro del armario dejándonos ver como estiraba sus piernas para llegar más adentro, luego salió con una sonrisa.

—¡Esto es perfecto! —exclamó mientras apoyaba en la cama un pantalón jean junto a una blusa. Paige sonríe.

—Me gusta. —dice mientras agarra el conjunto para ir al baño a probárselo. Era al menos el sexto conjunto que se probaba esa tarde.

Summer se sentó junto a mí, ella tenía puestos unos lentes y un sombrero violeta que había encontrado en el guardarropas de Paige, yo en cambio llevaba una bufanda rosa fuerte; Paige nos había dicho que cuando era pequeña siempre participaba de las obras escolares y su madre por alguna razón no quería deshacerse de los atuendos ya que decía que podrían ser útiles en algún momento, típico de madres.

Paige salió del baño con una sonrisa. Summer se levantó rápidamente mientras iba hacia ella.

—Paige luce un pantalón de jean negro con una blusa blanca y unas botas negras que le quedan perfectas —dijo mientras la guiaba al espejo de cuerpo completo que tenía en su habitación—, y como detalle final. —la ayudó a ponerse una campera de jean y una bufanda negra. Aplaudí desde la cama, Summer realmente tenía un muy buen gusto.

—Me encanta —comentó mientras se miraba en el espejo y se acomodaba la campera—. Definitivamente es el elegido. —Summer sonrió orgullosa de si misma.

Despues de dos peliculas, de llorar viendo Más allá del cielo y reir viendo Son como niños, y insistirle a Paige para ver El conjuro (lo cual no cedió); y de hacer un desfile de atuendos ridículos y una guerra de palomitas, me fui a encontrarme con los chicos en la casa de Dexter. Su casa desde fuera parecía pequeña y acogedora, llena de plantas y nomos en el jardín delantero; al tocar la puerta una señora de aproximadamente unos setenta años me abrió la puerta.

—¡Tú debes ser Casey! —dijo elevando su voz más de lo necesario me dio un pequeño abrazo mientras me dejaba pasar—. Mi nieto y sus amigos me han hablado mucho de ti —me tomó del brazo guiándome hasta la cocina, donde se encontraban mis amigos sentados con tazas en sus manos y ?unos cuantos platos con galletas frente a ellos—. ¿Te apetece una taza de té? —iba a negar ya que había comido muchas palomitas junto a Summer y Paige, pero los chicos asintieron varias veces con sus ojos exageradamente abiertos como si algo malo pasara si rechazara el té.

—Claro, me encantaría —sonreí mientras tomaba asiento junto a Angus, frente a Dexter y Eddie.

—Debes probar las galletas de la abuela de Dexter —comentó Eddie mientras me tendía uno de los plato—, son la perfección representada en la comida, luego de la pizza, claro —susurró lo ultimo como si me estuviera confiando un secreto más importante de la humanidad. Reí mientras tomaba una de las galletas y la probaba, Eddie tenía razón, eran las mejores galletas que había probado.

Levanté la vista de mi galleta encontrándome con los tres chicos mirándome expectantes. Entonces recordé porqué estaba allí, Dexter quería consejos para la cita ya que estaba cien porciento nervioso, Eddie por otro lado estaba muy tranquilo de hecho estaba entusiasmado; pero ellos venían de paquete de tres, siempre juntos.

—Que nunca se acabe el tema de conversación —comencé—, podría formarse un silencio incomodo. No se pongan nerviosos, dejen que todo fluya, no fuercen nada. Y sean ustedes mismos, todo estará bien. —finalicé.

—¿Solo eso? —preguntó Dexter, me encogí de hombros mientras asentía. Le agradecí a la abuela de Dexter cuando me dio el té.

—En mis tiempos no era tan complicado salir —suspiró la señora mientras tomaba asiento en la punta de la mesa—. Me gustas, te gusto, salimos. Ustedes, los jóvenes de hoy en día hacen todo muy complicado, haciéndose preguntas de ¿Y si le gusto? ¿Y si no? —ladeó la cabeza—, pero son muy pocas las veces que toman la iniciativa de iniciar una relación, siempre esperando que los demás empiecen las cosas. Pero luego están ahí —alzó sus manos— ¡llorando! lamentándose, preguntándose porqué no están con la persona que desean. Sí, es verdad que hay veces que no es tan sencillo, pero si nos quedamos sin hacer nada, esperando que las cosas se resuelvan por si mismas, nunca se solucionara nada, porque lamentablemente, la magia no existe en nuestro mundo. —pasó sus manos por el mantel alisándolo antes de pararse y salir de la cocina.

—Creo que deberíamos seguir su consejo —dijo Eddie mientras miraba la puerta, los demás en la mesa asentimos.

La abuela de Dexter tenía razón, siempre buscábamos excusas para posponer nuestros sentimientos y siempre era por la misma razón, miedo. El miedo muchas veces nos hace cobardes, y por eso nos perdemos cosas que quizá nunca se repitan...

—¡Casey despierta! —me sobresalté cuando el grito de Dexter llegó a mis oídos, él estaba chasqueando sus dedos frente a mis ojos.

Pasamos aproximadamente una hora entre risas y bromas, muchas veces la abuela de Dexter, Anne, había venido a contarnos anécdotas de cuando era joven o de cuando su nieto era pequeño. Cuando ya era hora de partir, Angus se ofreció a llevarme.

—¿Segura que no quieres que de deje en tu casa? —insistió por tercera vez, mientras salíamos al pórtico de la casa con Dexter y Eddie detrás nuestro— y luego ya voy a mi casa.

—Tu casa queda en la dirección contraria que la mía —fruncí el ceño divertida. Él abrió la boca para responder algo, pero luego la cerró y frunció el ceño—. Además me apetece caminar.

—¿Te molesta si te acompaño? —preguntó Eddie mientras se colocaba al lado de Angus— mi casa también queda para allá —dijo apuntando la calle. Sonreí.

—Claro que no —nos despedimos de Angus y Dexter, y comenzamos a caminar a nuestras casas.

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