Cap. 7- Eddie.

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Caminábamos en silencio, lo que era raro estando con Eddie. Si algo había aprendido de él en el ultimo mes era que nunca se podía quedar callado por mucho tiempo. Lo miré de reojo. Frunció el ceño, luego negó, abrió la boca como si se hubiera dado cuanta de algo o como si se le hubiera ocurrido una idea pero rápidamente volvió a negar. Pagaría lo que fuera por saber lo que pensaba.

Me había dado cuenta que Eddie nunca mostraba sus sentimientos, nunca se abría con los demás. Siempre se mostraba feliz, sin dolores y sin penas. Sabía que algo escondía. Lo máximo que sabía de su vida personal, era que su madre se había marchado cuando él era pequeño, él no sabe el porqué... o al menos no me lo quiere decir. Pero sé que hay algo más.

—¿Te encuentras bien? —pregunté sacándolo de sus pensamientos. Si seguíamos en silencio por mucho tiempo más me agarraría un ataque.

—¿Hmm? Oh sí, estoy bien. —dijo un poco desorientado.

—¿Estas seguro? Te noto un poco distraído.

Un poco mucho, pensé mientras acomodaba mi cabello hacia un lado para poder verlo mejor.

—Claro que sí —Sonrió, aunque su sonrisa no llegaba a sus ojos. Suspiré, no puedes ayudar a alguien que no quiere tu ayuda.

Caminamos unas cuantas cuadras más, mientras Eddie hablaba del partido al que Angus me había invitado y de que planeaba invitar a Summer al baile de fin de curso, cuando llegamos a su casa. Me iba despedir de él en la cera cuando me di cuenta de algo.

—Eddie, ¿la puerta está abierta? —Dije señalando la puerta de su casa, esta estaba entreabierta.

—Ve a casa, Casey —agachó la cabeza, mientras comenzaba a caminar hacia la entrada. Presioné mis labios sin saber que hacer, mordí mi labio y troté rápidamente hasta él.

—No te dejaré solo, ¿qué tal si es un ladrón o un loco psicópata que...

—Ve a casa, Casey —repitió dejando de caminar.

—No te dejaré.

—¡No quiero que te haga daño! —elevó la voz.

—¡Yo no quiero que te lo haga a ti! quien quiera que sea —susurré lo ultimo. Suspiró y pasó sus manos por su pelo con frustración.

—Solo... quédate detrás de mí —asentí y comencé a caminar, como él me pidió, detrás de él. Cuando llegamos a la entrada de la casa Eddie abrió la puerta lentamente. Entramos y vimos centenares de cosas tiradas; cuadros, floreros, lamparas, botellas, todo destruido en el suelo.

Definitivamente era un robo, no podía ser otra cosa... ¿o si?

—¡Eddie, has llegado! —exclamó un hombre saliendo de la cocina con una botella de whisky en una de sus manos, totalmente borracho. ¿Quién es él?, quise preguntarle a Eddie, él me tomó de la mano jalándome levemente detrás de él, apreté su mano trasmitiéndole el miedo que sentía—. Oh, que bonita jovencita —dijo acercándose a nosotros—, ella es una de tus putas, ¿verdad, hijo? —¡¿Hijo?!—. Debo admitir que estoy sorprendido, hace mucho no traes una; y ninguna era tan guapa como ella.

—No te metas con ella. —advirtió con un tono firme. Su padre presionó su mandíbula enfurecido, levantó la mano en donde sostenía la botella de whisky. En un parpadeo Eddie se dio vuelta y me abrazó protegiéndome, presioné mi rostro en su pecho cerrando fuertemente los ojos. Escuché como la botella se rompía y como los pedazos caían, Eddie cayó sosteniéndose la cabeza mientras se quejaba del dolor por el impacto de la botella. Su padre se acercó a él y comenzó a darle patadas en su estomago.

Cupido También Se Enamora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora