•†• Sally Face 6 •†•

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     Un ambiente cálido en el que podía desenvolverse con libertad era todo lo que necesitaba para ser feliz en ese segundo. Sintió unas manos grandes recorrer desde su cintura pasando por su espalda, con suaves caricias que recorrían cada contorno de su cuerpo. Sus mejillas se tiñeron de un rosa intenso y no tenía tiempo de decir ni media palabra. Su boca estaba suficientemente ocupada besando a la persona que le proporcionaba aquellas tiernas y excitantes caricias que le hacían sentir vivo y amado.

Cayó en la cama y el mayor se acomodó encima de él, con su largo cabello castaño yéndose directo hacia su cara. Las suaves hebras del mayor acariciaron sus mejillas, y pronto los labios de Larry fueron aquellos que acariciaron su rostro entero en suaves y tiernos besos que terminaron en sus labios. Sally sintió como le mordían el labio inferior con suavidad y tembló entre los brazos del mayor, quien no tardó en transformar ese beso en uno apasionado en el que ambas lenguas se unieron para batallar y ver cuál era la que dominaba en ese gran momento que era privado, solo de ellos y nadie más.

     —Sally— escuchó el susurro del castaño, que le erizó la piel entera—, te amo, Sally Face.

     —Y yo a ti, Larry Face— contestó el menor, solo para recibir a cambio un beso en los labios. Vio a Larry abrir los labios, pero no entendió lo que dijo. Sal alzó una ceja, curioso, y cuando Larry repitió lo mismo, escuchó un curioso ruido salir de su boca, uno que se repetía uno y otra vez, incrementando con fuerza, hasta que el pequeño Fisher se percató de que ya era hora.

Cerró los ojos con fuerza, trasladándose directamente a la realidad, donde la alarma de las diez de la mañana le obligaba a levantarse. Sal apagó el despertador de un golpe, y se quedó boca arriba, mirando el techo fijamente. Si cerraba los ojos aún podía sentir a Larry encima de él, sus besos, sus caricias... un rubor no tardó en cubrir sus mejillas.

Tras una noche intensa de pensamientos y sueños vívidos que confundían por completo su corazón y mente, Sal Fisher no pudo pensar en nada más que en aquel beso en el ascensor y en aquel castaño de pelo largo que lo había tratado como la persona más hermosa del mundo. No sabía si era amor, porque Sally jamás se había enamorado antes, y honestamente nunca tuvo la oportunidad de hacerlo. ¿Realmente podía ser posible que se hubiese enamorado de Larry Johnson? Esperaba que de todo eso todo saliera bien.

Gizmo se acercó a él y se recostó junto a su cabeza, poniendo una pata sobre su frente. Sally frunció el ceño. "Gato raro" pensó mientras tomaba la pata de su mascota y la agitaba en el aire.

     —Lo sé, lo sé, tu desayuno...

Sal se sentó en la cama, dio un largo suspiro para estirarse y finalmente levantarse. No tardo en ir a la cocina y servirle la comida a Gizmo, escuchando de fondo cómo la lluvia torrencial golpeaba la ventana del apartamento. No vio rastro de su padre y Sally supuso que seguiría durmiendo, por lo que no hizo mucho ruido.

Estaba castigado. Recién se percató de ello. Tenía un día entero para pensar, supuso, pero pensaría en todo menos en sus errores. Ése día tenía que encontrar respuestas a los sentimientos que inundaban su corazón

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     Un aburrido Larry Johnson lavaba los trastes de la cocina. Lisa lo tenía bajo un castigo que consistía en limpiar la casa entera, incluyendo su cuarto, sin música, y por supuesto sin salir. "Empiezo a creer que la maldición la tiene Gibson" pensaba Larry al recordar lo que había dicho su madre sobre la mujer: cuatro puntos en la cabeza y dos semanas en el hospital para descartar daños. Por suerte, Terrence Addison lo consideró un accidente casual, en el que la señora Gibson había caído de las escaleras; Lisa se encargó de ocultar toda evidencia, y como todo yacía oscuro en las escaleras de emergencia, la versión del "accidente" podía ser más creíble.

•†• Memories & Dreams •†• || Sally Face Fanfic  #SallyFaceAwards2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora