Carta sin enviar.

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Querida persona del pasado:
Hoy te recordé sin querer hacerlo. Hoy escuché tu voz y vi tu rostro escondidos en lo más profundo de mi memoria. No era mi idea recordarte, pero pasó. ¿Qué habrá sido de vos? Jamás supe si cumpliste algún sueño, si caíste bajo, o si lograste ser vos mismo. ¿Habrás amado a alguien más después de mí? Espero que sí. Me gustaría saber si sos feliz ahora que yo ya no estoy. Quisiera pedirte disculpas por mis acciones del pasado, apenas éramos unos niños, ¿te acordás? Tan intrépidos, pero totalmente ingenuos. Todavía me acuerdo cómo nos conocimos, fue una manera peculiar de arrancar a hablar y poco a poco nos fuimos conociendo. ¡Qué cursis que éramos! ¿Usaste en alguien más el apodo que me habías dado? Porque yo no lo hice. Ese apodo fue exclusivamente para vos, para la persona que creí haber esperado en tan pocos años de vida. Te abrí las puertas a mi enredado mundo, lo sé, pero llegaste en el peor momento. Ojalá vieras cuánto aprendí, ¡casi que parezco otra! Físicamente no, claro, en eso sigo bastante parecida, seguro podrías reconocerme en la calle si me ves, ¿yo podría hacerlo si te veo? Quién sabe. Aún así, la curiosidad me puede con otro tema más importante: ¿cómo te sentiste esa última vez, cuando te escribí todo lo que pasaba por mi cabeza antes de dejarte ir? Te hizo bien, ¿no? Porque a mí sí, pude crecer y cambiar, refugiarme en las cosas que amo, pasar más tiempo con las personas que valoro. Tantos recuerdos se me vienen a la mente ahora y no sé cuál describir, cuál mostrar. Capaz que aquella vez donde confesamos nuestros sentimientos hacia el otro, ¿te habrás olvidado de eso? Fue una forma única de hacerlo, espero que lo tomes en cuenta como un tierno recuerdo, para contarle a tus hijos o nietos, no lo sé. Nunca tuvimos una etiqueta exacta después de aquel día, ¿qué éramos? ¿Amigos con derecho, novios, amigovios? ¿Cómo podíamos clasificar a aquella cercana relación que tuvimos? Éramos algo, eso es seguro. Pero mi yo del pasado te hizo sufrir. Perdón por eso. Y perdón por todas las cosas que nunca te dije, no quería cargarte con mis problemas. Jamás contabas los tuyos, era muy difícil para mí lograr que cedieras y así entenderte mejor... Y tal vez ese fue el problema; quise encontrar tu patrón como si fueses una computadora, en vez de dejar en paz tu complejidad como ser humano que sos. Te perdí, es cierto, pero fue lo mejor para ambos. Yo era tan tóxica y no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde. Perdón. Por eso más que nunca deseo que ahora hayas encontrado la felicidad absoluta estés donde estés, que sonrías a pleno, y, si no suena muy atrevido, que hayas encontrado a una persona que haga brillar tus ojos de mármol.

Atentamente, un viejo amor.

Luces de mi alma [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora