Inko aún recuerda la vez que su hijo le dijo que estaba embarazado, recuerda sus temblores por la ansiedad, el temor y la incertidumbre, sus bellos ojos esmeralda vidriosos por el llanto cercano, su voz vacilante por la misma inseguridad, recuerda su llanto y sus disculpas, una tras otra, recuerda con inmenso dolor ver a su hijo rogarle por su perdón y expresarle sus pensamientos anublados por la culpa.Perdón mamá, perdóname por haberte decepcionando de tan vil manera.
—Quiero a este bebé, sin importar cualquiera de mis errores, y quien menos debe pagar por ellos es él —le había expresado su hijo entre lágrimas mientras sostenía su vientre aún plano—. Por favor mamá, respeta está decisión.
Inko lloraba, abrazó con fuerza a su hijo dicha vez, mientras le susurraba al oído que no la había decepcionado en absoluto, que si quería al bebé ella no le detendría, y que no estaba solo, que la tenía a ella, quien le amaba sin importar las erratas, que tenía con él a su madre.
Recuerda las veces que veía a su hijo acostado con dolores de espalda, las incontables veces que pregunto por la identidad del padre y cuantas veces más le fue negada.
—Izuku no tienes porqué estar solo.
Pero él tan solo insistía, negándose con una terquedad fastidiosa.
Lo recuerda verlo llorar sin consuelo en su habitación, esa noche después de que le dijese que esperaba un niño, ese mismo día que Katsuki Bakugo partió a Estados Unidos a reformarse como un importante héroe.
Y recuerda ese día que Yukio nació, recuerda verlo en lo cuneros, tan tranquilo, tan ajeno al asombro de todos aquellos quienes lo vieron por primera vez con sus cabellos rubio cenizo en punta, y aquellos ojos rojos que penetraban el alma de cualquiera que posara su mirar sobre ellos, y para nadie, hubo duda, el misterio con su incógnita se desvaneció y todos quienes lo vieron supieron que Katsuki era el padre de tan linda criatura; sin embargo, todos optaron por guardar silencio, a pesar de su perplejidad, no dijeron palabra alguna entonces, y se mantuvieron callados respecto a los Bakugo.
Hasta ahora.
Porque Inko siempre pensó que la decisión de Izuku, aquella de esconderle la identidad de su padre a su hijo, y esconderle la existencia de su hijo a su padre, era un gran error. No le incumbía realmente, entonces no podía intervenir, aunque aquel hecho no quitaba que pensaba, era necesario.
Mitsuki, (a quien veía todos los sábados en su casa para tomar el té y charlar) le había expresado su angustia, como madre esperaba lo mejor para su hijo, y era que a pesar de su orgullosa que estaba por sus logros, también deseaba que tuviera alguna compañía, pues, no quería partir dejando un hijo solitario. Inko aquella vez no dijo nada, tan solo le pidió a Mitsuki que con paciencia esperará a que el tiempo hiciera su trabajo.
Y en parte era verdad.
Seguidamente iba con su nieto al parque, lo llevaba a jugar mientras le ayudaba a tomar vuelo en los columpios, y le compraba algún helado mientras tomaban asiento y alimentaban a los patos del lago. Pero hubo una vez, que Inko vio a Yukio, quien corría alegremente tras unos niños, detenerse de improvisto, le había visto con duda, puesto que Yukio miraba algo con tremenda insistencia, y cuando dirigió su vista a donde observaba, sus cejas se arquearon con notable angustia.
Era tan solo una familia, un niño que agarraba de la mano a su madre y a su padre, reían y la pasaban bien juntos como cualquier familia que pinta perfecta.
ESTÁS LEYENDO
Far away - KatsuDeku
FanfictionTodos tenemos secretos, el tamaño y severidad en cada uno depende del tiempo en el que se cohibe en los labios, depende del tartamudo temor que oscila sus sílabas, del peso que olisca el porvenir y las mentiras susurrantes. Izuku comprende esto porq...