XXII

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—¿Qué pasará con el héroe Deku?

Katsuki estaba atolondrado por los flashes de las cámaras. El bullicio de la prensa se abalanzaba sobre él como una marea furiosa. Voces bajo el ojal del decir. El agotamiento estaba provocando estragos en su persona mientras sentía lo túrbido de los acontecimientos recientes, sentía sus ojos pesados, la irritación apoderándose de si como un insecto atrapado en la mandala tétrica y gótica una telaraña hilada con deseos atroces. Los susurros del gentío podía con él más de lo que pensaba, la incertidumbre, las voces cuestionando sin cesar en una franja escualida sincronizando un agape. El sitio encerrado con paredes pálidas mientras sentía cada vez más el hostigamiento de los micrófonos a su más mínimo suspiro, estaba siendo observado por millones de ojos expectantes por su respuesta, la desazón de la muchedumbre lo acorralaba hasta el tajo de su paciencia diminuta.

—El idiota de Deku se está recuperando —espetó, casi gruñendo—. Pronto sabremos de él.

Katsuki quería desaparecer, tenía demasiadas mierdas que soportar. Maldición ni siquiera había dormido lo suficiente los últimos días. Diariamente pasaba donde estaban Deku y Yukio para mirarlos dormir, tan ajenos al caos iracundo que atormentaba su mente y corazón. Deseaba con acabar con todo esto de una sola vez, gritarle a todos que en efecto las cosas se estaban yendo a la mierda. Quería gritar como un maldito crío y espetarles que aún a pesar de ello, él continuaría luchando, luchando por la nación, pero más que nada por su familia.

—¿Podría darnos una explicación de los recientes fallecimientos por el veneno?

—¿No se supone que estaban en busca de un cura?

—¿Qué está ocurriendo?

Katsuki respiro hondo. Momo le miraba con un gesto reprobatorio, cruzada de brazos ante su actitud seca y tosca con los intermediarios. Soltó un suspiro y habló:

—¡Nada que nosotros no podamos resolver! Se está haciendo una jodida investigación al respecto —las voces susurraron—. Pronto sabremos porqué tanta gente se está viendo afectada.

—¿Y porqué tardan tanto? —vociferó un reportero causando alboroto entre los de la prensa.

Katsuki gruñó, cerrando los puños.

—Estamos haciendo todo lo posible —farfulló—, El veneno ha sido algo complicado de manejar.

—¿Está diciendo que no son lo suficientemente eficientes para parar este veneno letal? 

—¿Qué están haciendo los héroes para mantenernos seguros?

Las preguntas se hacian sentir como algo ensordecedor en la ola de voces. Todo iba acorde a lo que usualmente la prensa solía preguntar, hasta que surgió una en particular que congelo sus cuerpos.

—¿Qué noticias tienen de la primera afectada por el veneno, la joven estudiante de nombre Eri?

Ese fue el momento preciso para acabar con las preguntas. La marea adoptó un descontrol agravio, Ochako rápidamente tomó su lugar en el micrófono para finalizar la sesión, y Katsuki hizo amago de irse.

La gente temía cada día más, pero él tampoco se quedaba atrás, estaba tan herido como muchos de los ciudadanos. Sin embargo, ¿qué podía hacer? Realmente nada. No mientras la investigación continúe atrasada y obstaculizada. Por primera vez en mucho tiempo se sintió inútil. Y le enfermaba, le enfermaba su incapacidad para solucionar las cosas, le hacia sentirse ajeno a si mismo en cuanto su poca eficiencia. Muchas cosas le hacían falta pero al mismo tiempo el motor de su obstinación era tan bravo como un rugir quimérico. Katsuki se hallaba en un limbo donde las probabilidades eran opulentas siempre con el riesgo a flor de piel acicalando la duda persistente.

Far away - KatsuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora