IV

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Mitsuki no tenía palabras ante lo que había escuchado, ¿Abuelita? ¿Inko? Mira a su amiga buscando respuestas rápidamente, principalmente del porqué aquel niño se parecía tanto a ella y su hijo; mira sobre su hombro y su esposo se mantiene tan quieto como ella.

—Mitsuki-san, él es Yukio Midoriya, mi nieto —presenta al infante que la mira extrañado—. Tengo algo importante de los que hablarle a los dos, y tiene que ver con él seriamente.

Acaricia los cabellos de Yukio, brindándole seguridad, y este se mantiene tranquilo aferrándose a su mano con insistencia.

—eh... claro, pasen —tan sólo puede decir Mitsuki, haciéndose a un lado—, cuidado con los vidrios rotos, una disculpa.

—No hay problema —le dice Inko, cordialmente agacha la cabeza una vez está frente a Masaru y añade—: buenos días, Masaru-kun.

Yukio le imita al verla, pero el tan solo se limita a que sus acciones hablen por él.

—Buenos días, Inko-san.

Mitsuki se acerca a su lado, y ambos comparten la confusión en su mirada.

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Después de limpiar los vidrios rotos, y servir té a los presentes en su comedor, Mitsuki toma asiento junto a su esposo, Inko no ha dado ni un sorbo, y Yukio come calladamente una galleta que le sabe deliciosa.

—¿Te gustaron las galletas,
Yukio? —le pregunta tiernamente Mitsuki a Yukio, intentando aligerar el ambiente y acercarse al pequeño que probablemente no tuvo una buena impresión de ellos.

Yukio asiente entusiasta.

—Mi abuelita dijo que hacías unas galletas muy ricas y es cierto, están muy ricas —afirma él, dandole otra mordida a su galleta que le deja moronas en los labios y cachetes.

—Me alegro de que te gusten —le sonríe Mitsuki, y finalmente mira a Inko, en espera de que le explique lo que fuera que vaya a explicarle, Masaru le acompaña, ella entiende esto, entonces se dirige a su nieto.

—Yukio, ¿por qué no vas a la sala a ver televisión para no aburrirte? —propone Inko.

Yukio mira a Masaru y a Mitsuki en espera de su permiso, después de todo, no era su casa o la de su abuelita donde estaba.

—Claro, ve —le dice Masaru.

Después de ver a Yukio levantarse y dirigirse a la sala para ver la televisión; Inko suelta un suspiro, decidida a comenzar la explicación que tanto ha preparado y han esperado los dos Bakugo presentes.

—Hace cinco años, mi hijo llego conmigo y me dio una noticia que cambió todo, él estaba asustado y con muchas inseguridades, no sabia que sería de sus sueños ahora con un niño en camino —dijo recordando aquella vez en la que su hijo le había explicado todo, llorando—. Yo le dije que no tenía porqué estar solo en la crianza del bebé, que debía llamar al padre del niño para que también se hiciera con su parte de dicha responsabilidad, pero Izuku le amaba tanto que no quiso romper el futuro de él, a pesar de que sacrificaba los suyos, su amor ciego no se lo permitió, y entonces, cuando él se fue a Nueva York la decisión de su silencio quedó así de modo que no quiso decir a nadie, ni siquiera a mi, sobre la identidad del padre...

"No supimos nada sobre él hasta que Yukio nació un 7 de Febrero, y le vimos en la zona de cuneros, era tan evidente que incluso parecía un reto o un chiste al secreto que mi hijo había intentado mantener por tanto tiempo, los cabellos rubio cenizo en punta, la mirada de aquel carmín tan fiero, los rasgos de su rostro, para todos fue claro quién era el padre, recuerdo los rostros de asombro de todos, uno por uno cada que veían al pequeño Yukio, ya sea aquella vez en los cuneros, en el regazo de Izuku o en cualquier otra ocasión, muy bien pudimos decirle a Katsuki que era padre sin saberlo, pero... necesito que entiendan que este era un asunto que pertenecía a mi hijo y al hijo de ustedes, en parte no nos incumbían esas decisiones, y aunque jamás nadie estuvo de acuerdo con la decisión de mi hijo, se decidió que la respetaríamos.

Far away - KatsuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora