Tras un sonido metálico, "¡ZZZT!", aparecimos en lo que todo el mundo conocía como Grieta del Invocador, que yo más o menos conocía... con la ayuda de un mapa. Rápidamente, me puse de rodillas en el suelo, esperando una fuerte jaqueca y unos mareos que me dejaran incapacitados por unos segundos; pero no fue así, y Ahri me miraba, algo sorprendida, quizá preocupada.
- Vaya – solté, de repente – Han mejorado mucho el prototipo. Este no produce nauseas.
Me incorporé rápidamente y miré a mi alrededor. Estaba rodeado de otros cuatro campeones: Ezreal, Garen, Thresh, e Ivern. En unas pantallas situadas en lo que debía ser el cielo del mapa podía ver qué usuario controlaba a cada campeón. Además de eso, había una especie de cámaras capaces de proyectar hologramas, que indicaban a cada jugador dónde debían ir y qué hacer.
- ¿Sabes? – Dijo Ahri con una sonrisa socarrona – Estás muy mono con esas ropas.
Entonces me percaté de algo en lo que no había caído al "caer" al suelo: llevaba puesto unos ropajes de un minion que me quedaban MUY pequeños. La túnica me quedaba como un vestido muy corto, el escudo era tan pequeño que solo cubríaa parte de mi brazo y el hacha parecía más bien un Tomahawk. En cualquier caso, esas armas no iban a ayudar mucho en esta encarnizada batalla que se iba a librar; cómo mínimo encarnizada para nosotros.
Me disponía a contestar a la chica-zorro con un ingenioso chiste cuando una voz en off sonó por los altavoces: "Bienvenido a la Grieta del Invocador". Tras eso vi como los indicadores de posición de los jugadores empezaban a iluminarse y marcar el camino que estos debían seguir. Me giré hacia Ahri, que se dirigía hacia mí antes de partir hacia dónde le habían indicado ir; pasó a mi lado lentamente, y con una sonrisa que podía haber sido sacada de algún anuncio de Vitaldent u otra clínica de dentistas, me dedicó una frase al oído que no logré descifrar y me dio un fugaz beso en la mejilla. La "guerra" había empezado.
Corrí tras la azabache, no podía quedarme pasmado mientras ella combatía por mí. El mapa me parecía mucho más grande de lo que en un principio pensé que sería, pero eso no podía amedrentarme, no ahora. Logré alcanzarla y avanzamos juntos, en silencio. Los minions acababan de hacer spawn.
El campeón enemigo, un Yasuo, acababa de aparecer en la línea y comenzaba a eliminar a mis "hermanos". Yo me encontraba tras la primera línea, con la esperanza de no sufrir daño alguno mientras veía a Ahri actuar contra él. No quería ni podía dejar que actuara sola, esta no era su lucha; no directamente. Yo luchaba por escapar, por volver a casa, y ella luchaba por algo aún más grande; por liberar a sus compatriotas, por la libertad.
Los minutos pasaban, los campeones morían, mis hermanos perecían; pero yo seguía luchando en aquel frente que parecía inmóvil. En las demás calles el asunto, sin embargo, no iba tan bien: íbamos 7 – 15. Miré a mi compañera, ambos sabíamos que la partida no pintaba bien. Su jugador no es que fuera muy bueno en la línea, pero no todo estaba pedido: no podíamos perder la partida.
La pelea no era muy intensa, pero el nivel de concentración era máximo; yo tampoco quería molestarla, así que nuestra comunicación se limitaba a simples "cuidados" o "por allíes". Ambos esperábamos la oportunidad perfecta para atacar y lanzarnos contra ese Yasuo, bueno, si el jugador de Ahri le salía de las narices tirarse en una ocasión clave.
Y la ocasión llegó, muchos minutos después, en un All-in en mid. Un 5 vs 5 en el que todos daban lo máximo de ellos. Cayeron tres torres enemigas, solo quedaba un campeón enemigo con vida y tres de los nuestros. Seguíamos avanzando hasta el nexo enemigo, esto podía ganarse con facilidad. Tiramos una de las dos torres del nexo antes de que aparecieran los campeones enemigos, de nuevo, a intentar que retrocediéramos. A pesar de la presión sabíamos que nuestros refuerzos estaban de camino. Y entonces sucedió: el Yasuo enemigo lanzó contra mí su famoso Ultimo Aliento. Vi como el tornado avanzaba sin piedad hacia mí. No comprendía el motivo de la decisión, pero tampoco podía culparle: llevaba toda la partida sin morir siendo un insignificante minion. Ahri lo vio todo y, sin dudar, me apartó de la trayectoria de éste. Sus puntos de vida descendieron a 0 rápidamente mientras la última torre del nexo caía.
Los 5 campeones enemigos se lanzaron en un último intento desesperado por ganar la partida, todos retrocedimos. Pero yo tenía un plan, solo debía esconderme lo suficiente para pasar desapercibido y atacar al nexo con todo. Y eso hice, esperé a que el ataque enemigo pasara para lanzarme contra el nexo y empezar a golpearlo. Tanía unos segundos antes de que los minions enemigos aparecieran de nuevo y me atacaran.
- A la mierda, es ahora o nunca... ¡Wakanda por siempre!
Y me lancé contra el nexo, la vida de éste disminuía con cada golpe, me quedaba poco tiempo y... "VICTORIA". Lo había conseguido, iba a volver a casa. Todo se volvió negro y solo pude sonreír al saber que todo había salido bien. Pero nunca imaginé lo que estaba por pasar...
En el próximo capítulo...
"DIOS, al fin una cama en condiciones"
"Eso no ha sido muy bonito por tu parte"
"¿Es que, acaso, no puedo imitarte?"
¡Y mucho más!
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Perdido en Runeterra
FanfictionUn adicto al Counter-Strike, una cantidad ingente de tecnología, y muchas horas de programación fueron los ingredientes elegidos para una inmersión completa... pero el estudiante de Informática añadió por descuido un ingrediente más a su intento...