El sonido de los platos girando de aquellos viejos discos duros Oceangate Barracuda de 1TB inundaba la habitación. Tras colgar la llamada con Poru ninguno de los dos dijimos nada. Me encontraba reclinado con aquella silla que tanto me había acompañado en mis años de estudiante; Ahri me miraba desde arriba, apoyando la barbilla en la parte más alta del respaldo, con una sonrisa que no supe descifrar.
- ¿En qué piensas? – pregunté sin pensar. Sus ojos apuntaron directamente a los míos al formular la pregunta.
- No lo sé exactamente, es que este mundo es tan diferente al mío... Las fachadas de las casas, los caminos, las personas... Todo es muy tranquilo, y a la vez hay tantas cosas excitantes y nuevas por descubrir para mí... Desde que sé que hay algo más, lejos de aquel mundo monótono y repetitivo, tengo ganas de vivir realmente, estoy emocionada por el amanecer y deseosa del mañana... Es un sentimiento extraño... y – paró su monólogo por un momento – y todo se lo debo al chaval que cayó misteriosamente del cielo y al que intenté asesinar. ¡Es todo muy extraño!
- Supongo que – la interrumpí por un momento – es normal que te sientas así... Es posible que no sea capaz de darme cuenta de lo maravilloso que pueda parecer este mundo porque llevo viviendo en él toda la vida; pero te garantizo que no es ni la mitad de bonito de lo que lo pintas. Hay odio, mucho odio, ladrones, mentirosos, gente que se beneficia del mal de otros... No es un paraíso, sólo la ilusión de uno...
- ¿Y no hay gente que lucha para cambiar eso? – Dijo, curiosa, mientras ladeaba levemente la cabeza – Porque yo lo haría, con lo bonito que podría ser todo...
- Mucha gente lo intentó en un pasado, pero fracasaron. Dicen que el ser humano es malvado por naturaleza; quiero decir, ya has visto lo que han hecho con tu mundo...
- Yo no opino igual, estoy segura de que hay gente horrible en este mundo, pero también estoy segura – dijo con un suspiro mientras yo volvía a perderme en aquellos ojos que me miraban con ternura – segura de que hay gente buena.
Y con una cálida sonrisa y un ágil movimiento Ahri se dio la vuelta y se dejó caer sobre la cama.
- Oye, chico listo, tengo hambre ¿no habías puesto no sé qué en el horno?
Con un rápido y alborotado movimiento me levanté de la silla y corrí, desesperadamente y con unas risas de fondo, hacia la cocina. Revisé aquel viejo horno Bosc y, para mi sorpresa, las pizzas estaban perfectamente en su punto. Había corrido, probablemente haciendo el ridículo por las risas de la mujer zorro que pude oír durante mi carrera, innecesariamente; aún así me sentí aliviado. No era de tener comida en la nevera, quizá porque eso me forzaba a salir de casa y ver la luz del sol, o quizá porque me era más práctico comprar las cosas día a día en el mercado que quedaba a escasos minutos de mi casa.
Abrí, con extremo cuidado, la puerta caliente del horno y coloqué ambas pizzas sobre sus respectivos platos. El calor del horno inundaba la cocina y unos pasos resonaban en el pasillo. Tras unos segundos sentí la mirada de un depredador clavada en mi nuca. Con más tranquilidad que nunca, cerré la puerta del horno e, ignorando la mirada, procedí a cortar las pizzas de la forma en que una vieja amiga italiana me había enseñado. Fueron 10 segundos de extremada precisión, en los que con un par de ágiles movimientos conseguí cortar la masa de una sola pasada. Cogí los platos y me giré, sin pensarlo, mientras hablaba con una sonrisa en mis labios.
- La comida está lista, depredadora salvaje – Ahri me miró un poco confundida – Podía sentir la mirada de cazadora desde la otra punta de la casa. Anda, comamos en la habitación.
La ojiáurea me siguió hasta la habitación, dónde le dejé mi silla del ordenador. Sí, la nueva silla era una maravilla, no lo iba a negar, pero me gustaba conservar también una vieja reliquia de mis tiempos en la universidad. Aquella vieja silla "Gamer" en la que tanto había dormido, y muchos trabajos había acabado a última hora que residía en una esquina bajo un montón de ropa que no está lo suficientemente usada como para ir a la lavadora pero que no te pondrías para salir de casa. No tuve mucho problema en sacar aquel montón de ropa y dejarlo, cuidadosamente, en el suelo. Tras acercar la silla a la otra, me senté y le tendí un plato a Ahri.
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Perdido en Runeterra
FanfictionUn adicto al Counter-Strike, una cantidad ingente de tecnología, y muchas horas de programación fueron los ingredientes elegidos para una inmersión completa... pero el estudiante de Informática añadió por descuido un ingrediente más a su intento...