Una nueva Esperanza (Pucca)

Un día común en Sooga (Parte 1)

Pucca despertó cuando alguien toco a la puerta, por un momento se imaginó que Garu se encontraba a su lado como en las películas que veía en Londres con su tía. 

La habitación estaba vacía, solo estaba ella y sus recuerdos. Volvieron a tocar la puerta. 

--- Pase --- dijo Pucca acomodándose el cabello 

Tía Miku entro a la habitación con un hermoso vestido floral. Era la primera vez que la veía con un vestido ocasional fuera de las fiestas de señoritas a las cuales solía acompañarla. 

--- Pucca, querida. ¿Porque la sorpresa en tu rostro? 

--- Tía se ve encantadora, nunca la había notado tan hermosa 

--- Que halago, Pucca. Espero te sientas mejor 

--- Me siento bien aunque me retumba un poco la cabeza 

--- Es porque no has comido desde anoche 

--- ¿Dónde está Tobe?

--- Lo desconozco, mi niña. Pero por favor cuidate mucho. No me gustar...

--- Tía Mikku... ¿Cuando le he fallado? --- La voz de Tobe sobresalto a la tía Mikku haciendo que perdiera un poco la compostura. La sonrisa de Tobe no podía ser más ancha.

--- No puedes quedarte a solas con Pucca 

--- Tía Mikku, por favor, no estamos en la edad media 

--- Tía... 

Mikku suspiro. Por más que lo intentara sabia que tenia que cumplir con el contrato. Maldecía a cada hora el momento y las circunstancias en que firmó aquel contrato. Pucca la odiaría si supiera la verdad. Se levantó y se dirigió a la puerta, se detuvo frente a Tobe y con los ojos vidriosos le hizo una petición que Tobe entendió como resignación.

--- Solo haz las cosas bien.

Tobe le devolvió una sonrisa burlona. Claro que haría las cosas bien. Nunca se perdonaría si dejara a Pucca en ridículo frente a la sociedad. 

--- Y usted, mantenga a cierto joven lejos de nuestra vista 

Entró a la habitación y dejó las flores que traía en un pequeño frasco que había sobre la cómoda de Pucca. Ella veía hacia el frente inmersa en sus pensamientos.

--- Mi Pucca, espero que te sientas bien en este día 

--- ¿Que haces aqui, Tobe?

--- Parece ser que Tía Mikku no te dio mi carta 

--- ¿cual carta?

--- La que te envíe a Londres avisandote de mi visita  

Pucca recordó que un dia antes de la llegada de la carta de Ching, tía Mikku había agarrado un bonche de cartas que había en el buzón. Las cartas de Ching se habían hecho cada vez mas esporádicas conforme fueron pasando los años y Tía Mikku siempre revisaba la correspondencia, según ella, para no agobiarme con mas trabajo del necesario. Cayó en cuenta que en realidad era para que no leyera las cartas que Tobe le mandaría después de su separación.

--- ¿Me mandaste una carta?

--- Si, junto con muchas más pero al no haber respuesta de tu parte supuse que seguias enojada conmigo. Ni siquiera acudiste a la inauguración de mi restaurante 

--- Tobe, te lo dije en el momento. Me hiciste sufrir en ese momento pero ya te he perdonado desde hace mucho tiempo. Con respecto a tu restaurante mi tía jamas me menciono que lo habias inaugurado. Tus cartas jamas llegaron

--- Lo se, me lo temia. Tía Mikku ya no aprobaba lo nuestro 

--- ¿Que haces aqui?

--- Negocios Pucca --- Tobe parecía contrariado por el cambio de tema tan repentino de Pucca --- El padre de Abyo pidió un préstamo para su estación de policía que no cumplió. 

--- Anoche dijiste que ibas a pagar la boda de Abyo y Ching

--- Si, porque es la verdad. La pagaré como favor hacia Bruce pero la comandancia ahora es mía

--- ¿Que? --- dijo Pucca con los ojos abiertos realmente sorprendida ---  ¿La estación es tuya? ¿Como paso eso? 

 --- Pucca, mi querida Pucca, Negocios son negocios. Bruce pidió dinero a mi banco y no pago el interés, puso de garantía la estación y la perdió. Fue a pedirme de rodillas que no se la quitara porque no tendría con qué costear la boda  de su hijo --- soltó una sonora carcajada --- el mismo policía que años antes me echo de este lugar ahora venía arrastrándose ante mi. ¿No lo crees divertido?

Pucca permaneció en silencio. No podía creer la crueldad de Tobe pero tampoco podía explicar su humanismo al aceptar pagar la boda de Abyo. Había algo turbio escondido y tenía que averiguar que era, por el bien de sus amigos