¡¿Quién es el verdadero estúpido?!

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Regresar a casa después de Navidad y Fin de Año no fue bien recibido por ninguna de las personas dentro de la vivienda... ni fuera de ella.

Cuando cruzó la Gran Puerta en una pieza, Minato pudo respirar una vez más. Ella se sorprendió por la cantidad de personas que estaban dentro de la casa a espera de su regreso y no tardó en ser rodeada de brazos por todos aquello que estaban angustiados por su secuestro; enterados por Obito mientras creaba una barrera de seguridad en la casa.

Luego de explicar por su propia boca, gestos y demás señales visuales, Kiba y Konohamaru no estaban de acuerdo con que Sasuke permaneciera dentro de la casa... no por un tiempo al menos. Aunque, claro, Sasuke no se alejaría de ella ahora. ¡Nada se lo impediría!

— Yo sí.

Resonó la voz de Minato en la sala y todos quedaron estáticos al notar la seriedad, que por primera vez reflejaba su mirada. Esa dureza en su rostro lo hacía ver levemente tenebroso y sus hijos jamás creyeron que su dulce y descuidado padre tuviera un lado oscuro.

— Le prometí a mi dulce Kushina que protegería a mis hijos siempre. Admito que fue muy descuidado de mi parte dejar a mi hija en tus manos sin las reglas adecuadas.

— Papá, estoy bien, de veras.

Minato se levantó del sofá y se acercó a Sasuke, de pie junto a Juugo.

Naru y Konohamaru debieron admitir que a pesar de tener ambos la misma estatura, Minato, por mucho, se veía más imponente ante el rostro juvenil de Sasuke; la madurez de su padre creaba tensión y los demás estaban a expectativa de lo que haría.

— No volverá a ir a ningún baile si la vas a regresar dos semanas después.

¿eh? —todos quedaron en blanco.

— De ahora en adelante si mi hija debe asistir a otro baile será acompañada de mi hijo y regresará antes de la una de la mañana. —Minato volteó hacia los jóvenes y sonrió con orgullo como todo modelo de padre por creer haber hecho lo mejor, levantó los pulgares con entusiasmo.

Naru palmeó su rostro igual que su hermano, Hinata sonrió incómoda, una gota rodó por la cara de Gaara, Sasuke, Obito y Juugo, pero Kiba apretó los dientes.

— ¡ESO ES TODO! —expresó molesto.

Kiba-kun...

— ¡Casi muere por culpa de ese arrogante! ¡Mínimo un castigo!

— Estoy de acuerdo con Kiba-nii. —todas las miradas se posaron sobre Konohamaru— Es deber de hermanos cuidar de sus hermanas y concuerdo con Kiba-nii de que Sasuke-nii debe recibir una paliza.

— ¡Sí! —aclaró Kiba en dirección a Sasuke— ¡Una pelea! Tú y yo.

— ¡Kiba-kun!

— ¡Contra mí también! —recalcó Konohamaru de pie junto a Kiba.

Hinata quiso pedir apoyo de Naruto, pero sus ronquidos en el sofá silenciaron todo. —Está agotada. —expresó Hinata con dulzura apartando unos mechones de su frente con tacto de madre. Sasuke se acercó y la tomó como un princesa para llevarla a la alcoba. Minato detuvo a Kiba y a Konohamaru de los brazos.

— Déjenlo. —dijo Minato con una sonrisa— Ellos pasaron por mucho allá como para complicarlo todo aquí, no creen.

— Minato-san tiene razón. —resonó la voz serena de Gaara— Estaba tan exhausta por lo vivido que no refutó las palabras de Minato ni de Konohamaru al referirse con un "ella". Además, seguir durmiendo después de los gritos de Kiba-san es una clara señal de fatiga.

Encontré el amor en el fin del mundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora