Capitulo 18

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Sin pensarlo mucho, me aparte de él, terminando de arreglarme el vestido.

Martín veía con atención cada uno de mis movimientos.

-Deberías esperarme en la sala Martín, sólo estoy preparando algo para comer, me siento algo hambrienta.

Quedó viéndome algo extrañado, pero asintió y se fue hacia la sala.

Termine de preparar mi nada lujosa cena, y la lleve a la sala, donde efectivamente Martín me estaba esperando, sus manos estaban entrecruzadas y su mirada estaba en un punto fijo, en la fotografía de toda mi familia del día de mi graduación de la secundaria.

-Tienes una linda familia.

-O la tenia- zanjé alzando los hombros.

-Bueno, aún tienes a tus  padres.

-Si, pero no es lo mismo. Solíamos compartir mucho tiempo juntos, los 4, cada que el tiempo nos dejaba hacerlo.... desde ese entonces no he salido mucho con mis padres.

-Entiendo Adri, no te preocupes, pero recuerda que si quieres hablar puedo escucharte.

Rodé mis ojos, sin alguna razón su comentario me parecía algo patetico

-Lo mismo dijiste la última vez, Martín, pero ya, ni al caso, para qué viniste a mi casa?

-Si, eso- Dijo llevándose una de sus manos a su barbilla, algo pensativo- Verás, realmente me quiero disculpar por lo de la otra noche...

-Martín, por favor no empecemos con esto, otra vez-Lo interrumpí

-Adriana, por favor déjame hablar- Dijo con algo de fastidio

-Por favor.

-Verás, me porté mal, okay? Nunca debí de hacerlo, y no sabes cuánto lo lamento, he querido conversar contigo en el Hospital, pero eres imposible, sin contar de que siempre estabas con Cristhian- Rodó sus ojos al mencionar el nombre de este último, pero continuó- Siguiendo, estuvo mal, lo admito, pero necesito de verdad que me disculpes, de lo contrario, no te dejaré en paz hasta que lo hagas.

¿Pero qué? ¿Qué esta diciendo este hombre?

-No entiendo, a qué te refieres?

-A lo que acabas de escuchar- Se puso de pié y se me acercaba cada vez más, se agacho hasta mi posición, tomó mis manos y me puso de pié junto a él, acerco sus labios a mis oídos para poder susurrarme- Creo que escuchaste perfectamente cuándo dije que no te dejaría de molestar.

Mi respiración empezó a entrecortarse, teniendolo tan cerca de él, no pude evitar el pesar en aquel beso con Cristhian en el que estaba pensando en él, en Martín, y ahora que lo tenía tan cerca de mi.

-¿Por qué haces esto Martín? Tú tienes novia-Dije.

-Y eso es lo que me esta deteniendo para no besarte justo ahora, -Volvió a susurrarme- No soy un maldito infiel, y no quiero hacerte jugar a esto, por favor, sólo necesito que me digas que me disculpas, y te juro más nunca vuelves a saber de mí...

ESPERA.... ¿QUEEEEEEEE?

-Y si soy yo la que no quiere que se aleje-Dije yo ahora muy cerca de sus labios.

-Adriana, no juegues con fuego.

-Podemos ser amigos Martín-dije a al alejarme bruscamente de él...

-Adriana, no lo has entendido, me gustas, me encantas, me fascinas, no quiero ser tu maldito amigo, pero no puedo ser algo más, no te mereces ser la segunda, te mereces ser lo primero de todo, sólo necesito que me digas que me perdonas y te juro que te dejó en paz, Maldita sea...

Quede perpleja ante su confesión, por Dios, le gustaba a Martín, lo había aceptado en mis narices.

Algo en mi pecho se había encendido, emoción, alegría? No lo sabía, pero ante su confesión, un impulso de locura me llevó a hacer lo que horas antes pensé haber hecho.

Me lancé sobre sus brazos, y lo besé, enfurecidamente, noté a Martín algo sorprendido por mi actuar, pero no dudo en responder de la misma manera, colocando sus brazos sobre mi cintura, acercandome más a su cuerpo y roce.

Coloque mis manos sobre su nuca, y luego empece a jugar con su hermoso cabello.

Esto era mejor que haberlo imaginado

-Carajo Adriana, no te importó nada de lo que acabo de decir.

-Sólo tómalo como un sí Martín...

Continuamos en nuestra burbuja, besando nuestros labios, hasta causarnos dolor en ellos, besándonos con gran pasión como si el mundo se fuese a acabar.

Cuando por fin separamos nuestros labios, me observó, y acariciaba mi rostro como que fuese una muñeca de porcelana.

-Adriana, no quiero que seas la segunda, no podría vivir así...

-Entonces, déjala...

Me miró por unos segundos, sin dejar de acariciar mi rostro, con total dulzura.

-Es muy complicado mi Adri

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