Rocío, tuviste otra fuerte discusión con tu madre. Te botó de casa. Caminaste al único lugar donde te sentías segura.
La biblioteca estaba cerrada y la nieve empezaba a caer fuertemente. Cerraste los ojos, dejando salir un leve suspiro. Un vagabundo de por ahí te llamó, con el ceño fruncido, claramente molesto. Lo seguiste con precaución, llegando a un pequeño basurero donde habían muchas personas, sobre todo una cómoda fogata. Tomaste asiento, escuchando diversas historias y asintiendo antes las palabras que te dirigían. ¿Cuánto más ibas a enterrar tus emociones? Pasaste la noche pensándolo. Ni bien amaneció, miraste a cada uno de ellos y te fuiste sin agradecer.
No fue necesario, tu rostro lo decía todo.
«Lila, como tu
gran sonrisa».
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Flores para todas esas veces en las que dije no
Short Story«Cada día planté una nueva flor, para todas esas veces en las que dije no». Queda prohibida toda copia parcial o total; por favor no tomes el trabajo ajeno para tu conveniencia. La presente historia está registrada por derechos de autor, además de...