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Rocío, lentamente y sin piedad, arrugas empezaron a aparecer en tu rostro. Al igual que las maduras flores en tu jardín se iban secando. 

El pasar del tiempo se colocaba sobre tus hombros, y la pequeña Iliana resplandecía ardientemente. Al igual que tus flores, diste un fruto precioso. Los días se pasaron volando, e inesperadamente tu memoria más ligera se encontraba. Tu hija ya no era tan chica como recordabas, podías verla volar incluso en tus sueños. Cambió todo, ella es la razón por la cual caminarías por el mismo sendero una y mil veces. Ahí lo entendiste, poniendo la cabeza bien en alto. Ella era tu casa, con sus grandes logros y sonrisas.

Todo sacrificio valió la pena.

«Campanillas, como tus
ajadas cáscaras».

«Campanillas, como tusajadas cáscaras»

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Flores para todas esas veces en las que dije noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora