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Rocío, hay cosas que nunca se irán. El dolor te recuerda cuanto luchaste, al igual que con tus sueños. Creías solo en ti, era lo esencial. 

Tenías once años cuando toda la ropa dejó de quedarte, tu madre no tuvo más opción que ir a comprarte nuevas prendas. La acompañaste, el sol estaba radiante como de costumbre. Ella caminaba muy rápido, quisiste correr para alcanzarla, provocando que chocaras con alguien y la perdieras. No te asustaste. De repente aparecieron muchas sombras a tu alrededor. Una voz dijo que le acompañaras, en seguida preguntó dónde quedaba tu hogar. No había un lugar al que pudieras llamar así. Quedaste en silencio, levantándote del piso.

Demoraste tres horas en llegar a casa.

«Tulipán, como tu 
fuerza de voluntad».

«Tulipán, como tu fuerza de voluntad»

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Flores para todas esas veces en las que dije noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora