«Cada día planté una nueva flor, para todas esas veces en las que dije no».
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Rocío, no sabías el significado de la palabra ansiedad, tampoco querías saberlo. Mucho menos el día de tu matrimonio.
Durante un tiempo pensaste que las cosas mejorarían, estabas segura que sí. Tomabas lo malo y lo convertías en algo bueno, que no dañara tanto. Pero todo fue una dulce mentira, lograste estar dentro de un capullo, uno del que jamás te librarías. De esa forma, temblando de miedo porque tu corazón no paraba de saltar, mordiendo tus labios resecos, tus piernas flaqueando y con el maquillaje corrido por no poder parar de llorar; te casaste con ese hombre baldado. Nunca hubo una dirección segura que tomar, pero sobrevivirías.
No esperabas que el amor estuviera al otro lado de la puerta.
«Claveles, como tus esperanzas colgadas».
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