Rocío, desde muy pequeña entendiste que las cosas rotas no tenían solución. Solías compararte con los pedazos de vidrio que yacían en el suelo cada vez que tus padres discutían.
Pasó entonces, en un cálido día de verano, que decidiste ayudar a tu tutora a ordenar los estantes. Tu actitud siempre le había llamado la atención, así que antes de acabar te preguntó si algo te sucedía. Permaneciste en silencio unos instantes, mirando por la ventana el divertido vuelo de unos coloridos pájaros. Ya ansiabas soñar con ellos por la noche.
Soltaste un no y te fuiste.
«Gladiolo, como tu
recuerdo borroso».
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Flores para todas esas veces en las que dije no
Historia Corta«Cada día planté una nueva flor, para todas esas veces en las que dije no». Queda prohibida toda copia parcial o total; por favor no tomes el trabajo ajeno para tu conveniencia. La presente historia está registrada por derechos de autor, además de...