C1: Egoísta

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- "La reencarnación del Gran Cristal, El Oráculo, nace del sacrificio de las razas más poderosas de faerys y como último recurso para conservar a sus iguales. - comienza a narrar una carismática mujer mayor a un pequeño grupo de niños sentados alrededor de ella, que escuchan con fascinación la historia de su mundo - Antiguamente, humanos y faerys conviven en la Tierra, pero con el tiempo la desconfianza entre ellos aumentó, desestabilizando su relación. Comenzando el llamado Gran Exilio. Dragones y Daemons fueron los elegidos para sacrificarse, con el fin de crear un nuevo mundo: Eldarya... - la oradora quedó mirando a la mujer que se encuentra apoyada en el marco de la puerta con ojos azules que reflejan la nostalgia. "Miiko", piensa. La joven con orejas de zorro y cuatro colas levanta su mirada de los pequeños y la dirige a los ojos de la anciana, para mostrar una tímida sonrisa con el propósito de alentarla a continuar narrando - Traición cometieron los Daemons. El encantamiento incompleto quedó. Nuestro mundo inestable se creó...

Miiko suspira cansada, los últimos días habían sido un completo caos y que un enmascarado este paseándose libremente por el cuartel general, le ponía a flor de piel los nervios. Por lo que decidida a tomarse un respiro de quince minutos, salió sin decirle a nadie que estaría fuera y camino al refugio. Estaba enterada que la vieja mujer que una vez le enseñó gran parte de las leyendas de Eldarya cuando fue acogida por el anterior jefe de la Guardia de Eel, Yonuki Raze: falleciendo antes de que ella pudiera estar preparada para asumir el cargo. Entre que nadie quería ocupar el puesto del antiguo jefe y que necesariamente se necesitaba de un líder para estabilizar la guardia, Miiko a pesar de estar emocionalmente mal, se responsabilizó de todo, ignorando su propio bienestar. En fin, aquella anciana que narraba con una pasión sin igual las historias que conforman Eldarya, lograba que la Kitsune pudiera ser teletransportada a esa época en la que apenas era un aprendiz y sus prioridades eran solo terminar las cuotas de lecturas. Dio un último vistazo a la clase, poniéndose en marcha de regreso a la sala de cristal.

_ ¿Miiko? te estaba buscando par... -hablo un chico rubio con mechas negras y llamativos ojos verdes, quien se detuvo al ver el rostro que tenía la chica - ¿Te encuentras bien? – Posó sus ojos azules a los verdes de él, para darle a entender que estaba a punto de colapsar y que lo último que necesitaba era hablar de trabajo – Le pediré a Eweleïn que te espere en la sala de cristal para que te revise, si es necesario yo puedo encargarme de lo que falta. Haz tenido que cargar con muchas cosas en el último tiempo, es normal que te sientas al límite.

_ Gracias, Leiftan... Te lo agradezco - expresó ella mientras Leiftan se adelantaba para dar aviso a la jefa de la enfermería.

Leiftan se alejó lo bastante para salir del campo visual de Miiko y comenzar a masajear su pecho, minutos antes de que se encontrará con la líder de la Guardia Brillante sintió que su corazón se retorcía, siendo preso de un mareo que lo obligó por inercia de sostenerse a una de las paredes de la casa más cercana. Y tal como llegó, se fue el dolor.

"Algo está perturbando en el Maana", pensó cuando llegó a la sala de las puertas, subiendo las escaleras hasta la puerta de la enfermería.

Toco la puerta y esperó.

_ Adelante –la suave voz de una mujer se escuchó detrás de la puerta. Leiftan sin andarse con rodeos ingresa a la blanca y esterilizada habitación de la enfermería. El olor a vendas y ungüentos provoca que inconscientemente el chico arrugue la nariz. - ¡Oh! Leiftan, ¿Pasa algo? ¿Te sientes mal? – la elfa de piel violetasia y largo cabello celeste, se levanta de la silla pensando que algo serio le había pasado al apuesto Lorialet.

_ ¡No soy yo el que necesita tu ayuda, Eweleïn! – Levanta las manos para evitar que la chica se acerque mucho y lo retenga en la enfermería unas buenas horas siendo auscultado por ella. La joven arruga las cejas y endurece la mirada, esperando que le dé una explicación – Miiko necesita que la veas en la sala de cristal. Creo que necesita un descanso, pero conociéndola sé que no lo tomará y la única persona capaz de obligarla a tomarse el resto del día libre, eres tú.

Eweleïn suavizo su mirada y asintió con la cabeza, se fue sin decir nada más, dejando a Leiftan solo en la enfermería. En el momento que la puerta se cerró, nuevamente un mareo acompañado de una aguda punzada lo atacó. Su vista se oscureció, mostrando unos ojos violetas que lo observaban calando su alma, lo que provocó un estado de aturdimiento que lo dejó inconsciencia. Roeze, el enfermero que tenía la guardia en ese momento, tiró los libros que traía en sus manos para correr donde se desmayaba y tomándolo de la cadera, evitó que el rubio sufriera un fuerte traumatismo en la cabeza. Lo tomo en brazos y lo recostó en la camilla que estaba más cercana.

"Vaya manera de iniciar la guardia", pensó el chico, poniéndose manos a la obra.

Miiko sostenía en sus brazos las sábanas que envolvían al pequeño ser, posando sus incrédulos ojos en el angelical rostro del bebé, que dormía plácidamente. "¿Cómo llegaste aquí? Y ¿Por qué no he pegado el grito para llamar a los demás?", se recrimino la joven. Se mueve inconscientemente con el bebé, como si se tratara de acunarlo, darle seguridad a la inocente criatura.

_ ¿Miiko? – la suave voz de Eweleïn, se escuchó más fuerte de lo que suponía al estar rodeada de un silencio absoluto en la habitación. Respingo al ser asustada abrazando a la niña, quien al sentir que era movida bruscamente de su plácido sueño, abre los ojos. – Leiftan me dijo que te encontrabas mal... - escucha como los pasos de la elfa se acercan a ella.

Sin darse vuelta, acomodo mejor a la pequeña entre sus brazos y rogó que los latidos de su corazón no se escuchara en la habitación. O que se detuviera para que no viera su rostro lleno de culpa al no dar aviso de la intrusa que encontró durmiendo envuelta en un montón de mantas blancas a un costado del cristal. Sus ruegos no fueron escuchados, Eweleïn siguió caminando hasta que estuvo frente a la kitsune. Miiko tenía miedo. Miedo que le quitaran a la niña que sin explicación alguna ya la sentía parte de ella, que la hacía ser por primera vez egoísta y que nadie supiera de su existencia. Lástima que Eweleïn no reflejaba lo mismo. Estaba en grandes problemas.

[...Continuará...]

Anotaciones de la Autora: Y con este capítulo doy inicio a una serie de momentos que será narrado en torno a Erika y las personas que la rodea. Y, sí, Miiko no mandará a Erika al calabozo, pero quizás a otra persona sí. Quién sabe. Desde el inicio de la historia tenía planeado que la protagonista fuera de la misma raza de Leiftan, ya que todavía no decían en el juego que era. Pero con la salida el capítulo 24, se confirmó lo que sospechaba. No es la primera vez que escribo sobre un juego, pero si luego de más de 6 años sin escribir y plasmar mi historia en esta plataforma. Pido disculpa si hay un enredo en mis palabras, pero al leerlos muchas veces no encuentro errores. En cuanto a cuándo subiré capítulos, es simple: una vez por semana. Comencé mis clases en la universidad y me será complicado subir contenido cuando ni siquiera he revisado lo que escribo. Así que paciencia, los capítulos tendrán la misma calidad que estos o incluso mejor. ¡No se olviden de votar y comentar, nos estaremos leyendo pronto!

Eterna princesa [Eldarya]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora