AMISTADES

4.3K 393 132
                                    

Su timbre y unos fuertes toques procedentes de la puerta, la sacaron espantada de su sueño. Miró la hora en el móvil, eran las tres de la madrugada. Se asustó, pues los golpes eran cada vez más estridentes. A paso entorpecido se dirigió allí, miró a través de la mirilla y se extrañó al ver quien era, aun así, no dudó un segundo en abrir.

—¿Lis? ¿Qué haces aquí? —preguntó Rosé.

—Lo siento, ha sido el primer lugar al que se me ocurrió venir —explicó, entre balbuceos.

La pelirosa percibió un potente aliento a alcohol junto a su tono decaído. Tenía los ojos rojizos, acompañados de una leve hinchazón.

—Entra —Se fijó en la botella que sujetaba en la mano—. Lloraste, ¿por qué estás tomando? ¿Ocurrió algo? —Lisa la miró por un momento, aguándosele los ojos de nuevo. No dijo nada, adentrándose al salón y dejándose caer en el sofá—. ¿Me vas a contar porque apareces a esta hora, en estas condiciones? Dame esa botella —Intentó arrebatársela, pero la rubia no se lo permitió.

—Déjame, tengo mis razones.

—¿Sí? Cuéntame entonces qué ha pasado —pidió, angustiada.

—Me mintió, Rosé... Todo fue una farsa —soltó, en un suspiro ahogado.

—Lisa... Sé que, medio dormida mis facultades no son las mejores, pero no te entiendo. ¿Podrías hacerme el favor de explicarte mejor?

Lisa se apegó a la botella, haciendo que el nivel del líquido bajara a una velocidad considerable. Su garganta ardía, pero más lo hacía su corazón con la tremenda brecha que recién se abrió, desgarrándola por dentro.

—He roto con ella... Se acabó —Sus lágrimas terminaron de desbordarse de esos apagados ojos miel.

—¿Por qué, Lis? Pensé que todo iba genial entre ustedes

Ella asintió, tomando un sorbo—: sí... Pero resulta que Jess... No, Jennie Kim, me engañó...

—¿Cómo que Jennie Kim? No te capto.

—No se llama Jessica Relish, sino Jennie Kim —En ese instante Rosé quedó confundida—. Sí, esa misma cara se me quedó a mí.

—¿Cómo lo averiguaste?

Soltó un suspiro, tomando otro largo trago.


[Flashback]

—Lisa, creo que podría comer esto todos los días —halagó Jackson, tomando una cucharada de arroz con leche, sentado en el salón del apartamento.

—Gracias —respondió Lisa.

Bambam salió de su cuarto colgando una llamada telefónica, parecía un poco alterado.

—¿Qué ocurre, Bambi? —indagó Jackson.

—Es Kitty, me acaba de llamar diciéndome que uno de los cocineros se ha accidentado y se lo han llevado al hospital —explicó, preocupado.

—¿Pero qué tan grave fue? —preguntó, su pareja.

—Sí, al parecer se hizo un buen corte. Mierda... Y justo los domingos, son de los días que más se llena, así que, imagínense, los comensales se están desesperando bastante —comentó, apoyado en la mesa, sobándose la sien.

—Vaya, que mal. ¿Y qué se va a hacer?

Se mantuvo cabizbajo, rumiando, hasta que levantó la cabeza como si se le hubiera ocurrido una idea.

—Lisa, necesito pedirte un favor —soltó, de repente.

—Claro. Dime, Bam.

—¿Tú podrías suplir el puesto hasta que pueda conseguir a otro suplente? Seguramente sólo será por hoy —pidió, desesperado.

Sólo TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora