CAMBIO DE PLANES (2/2)

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—Joder, Bumbum, te has lucido pero bien... Toma, coge esto —Lo recibió Won Choi, dándole unos prismáticos.

—¿Para qué me das esto?

—Para que me ayudes a identificar a los enemigos, bobo —Bam miró a través de ellos, viendo a los dos que estaban en guardia y obstaculizaban a Félix, a Juno y a Jennie, estos, tras unos arbustos.

—Tienes que cargarte a los dos que están en la puerta o no podrán entrar —le indicó Bambam.

Won Choi tomó cartas en el asunto, no tardó demasiado en plantarle una bala a cada uno de esos tipejos entre ceja y ceja. El menor, impresionado por la destreza del señor celebró que los otros tres ya tenían el camino totalmente despejado para acceder al interior.

—Menuda puntería, señor Won Choi, ¡muy bien, siga así! —festejó, eufórico, dándole una manotada en la espalda. Su emoción se esfumó al ver como el mencionado giró la cara hacia él.

—Escúchame, bien... Bambam. Como vuelvas a hacer eso otra vez, te voy a arrear una tunda que ni tú mismo te acordarás de tu nombre para toda tu vida, ¿lo pillas?

—Sí, perdón, me ha podido la emoción...

—¡Vaya, jefe, eso se merece una buena fiesta! ¿Habéis escuchado? Ha dicho bien su nombre —habló Félix. Mientras, Juno se concentraba en abrir la puerta, terminando de entrar los tres.

—Ya estamos dentro —informó, la joven.

—Y... ¡Voila! A parte de los cuatro que se han ido con el señuelo, ya me he patinado a los atrevidos que han salido a ver qué pasaba, los otros se han escondido, así que, el resto es cosa vuestra, chicos, ¡suerte! —terminó de decir, Jo Kwon.

—Gracias —concluyeron los tres, al unísono.

Entraron sigilosamente, cerrando la puerta a sus espaldas.

—Vale, chicos, la mayoría deben haberse reunido en el vestíbulo y el salón, el resto debe haber subido para abastecerse de armas porque deben pensar que somos muchos. Tenemos que encargarnos primero de los del salón antes de que los del vestíbulo vuelvan porque, si no, no podré llegar a las escaleras que bajan a la planta subterránea —advirtió Jennie. Los otros dos asintieron.

Comenzaron a dirigirse en silencio al salón, Félix y Juno finiquitándose a algún que otro de los hombres que fueron topándose por el camino. Finalmente llegaron y había alrededor de diez enemigos. Se hicieron un seguido de señales y, sin pensarlo dos veces, Jennie inició el asalto, aturdiéndolos a todos cuando a uno de los presentes le atravesó la tráquea con un sigiloso filo que apareció de la nada.

Cuchillo de batalla en cada mano, se abalanzó a los dos que estaban al lado del primero, llenándolos de cortes cuestión de segundos. Para cuando los demás se percataron de la situación, Juno y Félix ya estaban haciendo de las suyas, la más joven, fijándose en uno de los enemigos que iba a atrapar a Félix por la espalda.

—Cariño, ¡cuatro! —avisó Juno.

Félix, se agachó instintivamente, su pareja, usándolo cual trampolín para propinarle un rodillazo en la cabeza al que iba a atraparlo para dejarlo fuera de combate, desplomado.

—Esto es lo que les ocurre a quienes osan ponerle un dedo encima a lo que es mío —La castaña vio como la menor lo terminó, a sangre fría y sin compasión alguna.

Félix, después de aturdir al último que tenía enfrente, lo atrapó en una llave, partiéndole el cuello en dos bastos movimientos. Todo aquello consiguieron hacerlo bajo el menor ruido posible, sin alertar al resto. De repente, se oyeron rápidos pasos dirigiéndose al salón, los tres se miraron, Jennie preparándose otro cuchillo arrojadizo.

Sólo TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora