CAPÍTULO 22

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Abrí los ojos y lo primero que vi fue su cara. Él, con la cabeza apoyada en la palma de su mano, mirándome con una sonrisa radiante en sus labios. Me sentí pequeña, encogida de repente. Me deslumbraba.

Me miraba como si fuera lo único que hay que observar en este mundo. 

Y lo primero que hizo él al comprobar que estaba despierta fue unir sus labios con los míos una vez más. Con un roce suyo mi piel ardía. Se separó de mí y me sentí aturdida por un instante.

Me acordé enseguida de lo que habíamos hecho, de cómo me había hecho sentir.

—Si todos los días empezaran así de bien...—dijo sin borrar esa amplia sonrisa de su boca.

Me sorprendió mucho eso. ¿Cuándo el arrogante Colton se había vuelto sensible y encantador de aquella manera?

Sentirme especial, deseada e importante para alguien fue algo que me emocionó. Pero jamás imaginé que Colton pudiera llegar a ser así, que se comportaría de manera amable y dulce.

Me incorporé, percatándome al instante de que estaba completamente desnuda. No pude ocultar una mueca de horror y vergüenza y alcé la sábana para poder cubrirme mínimamente. Colton rió con fuerza, se levantó un poco y me besó la nuca apartando mi cabello hacia un lado. Siguió por mi espalda y después sus besos cesaron. Me cogió la cara y me obligó a girarla hacia él, por encima del hombro, y entonces me besó en los labios con una lentitud y una dulzura casi dolorosas.

—¿No querías acompañarme cuando tuviera que hacerme el tatuaje?—preguntó en un susurro.

Alcé las cejas y lo miré a los ojos con una emoción creciente en mi interior.

—¿Ahora?—pregunté, incrédula.

Él asintió con la cabeza y me dio un beso más antes de ponerse en pie. 

Estaba desnudo, completamente. Me sonrojé y pensé que era una tontería. Ya habíamos visto todo, ya lo habíamos sentido todo. ¿Qué más daba que ahora nos paseáramos desnudos como si tal cosa? Ya nos habíamos visto.

Colton se puso unos calzoncillos limpios y comenzó a vestirse con sus pantalones negros rotos y llenos de parches de grupos de música y cadenas. Se puso una camiseta negra de manga corta y encima una sudadera con cremallera de color gris. Creo que él era el único que podía ir siempre de negro y aun así ir increíblemente sexy, parecer diferente.

Lo observé mientras se vestía y me encantó la sensación de que yo era la única en su vida. Aunque pudiera ser mentira, yo me esforcé por creer que era real, aunque solo fuera por un día.

Sonreí como una imbécil y me levanté de la cama, con la sábana cubriéndome ligeramente, y busqué mi ropa tirada por el suelo, como si fuesen víctimas en una batalla, tendidas en el suelo desordenadamente; un caos.

Me vestí y traté de peinarme un poco. Él insitió en que estaba perfecta, aunque no lo creí ni por un segundo.

Salimos de la residencia cogidos de la mano, con una sonrisa plasmada en nuestros rostros y una sensación de felicidad que parecía inacabable.

Subimos a su coche y él condujo durante unos minutos hasta llegar a una de las mejores tiendas de tatuajes de la ciudad. Pensé que en lo caros que debían de resultar unos tatuajes tan grandes, pagar grandes cantidades de dinero por tinta en la piel.

Entramos y lo primero que vi fue a un chico algo más mayor que Colton, lleno de tatuajes por todas partes y piezas de metal por toda su cara. Llevaba una camiseta grande de tirantes y unos pantalones estrechos. Pensé en el frío que debía estar pasando con tan solo aquello puesto.

Saludó a Colton efusivamente y luego me miró a mí, intrigado y divertido, y me tendió la mano amablemente.

La tienda estaba llena de vitrinas con piercings de todo tipo y de todos los colores, algunas fotos en las paredes de hermosos tatuajes. Todo recargado.

—El boceto está hecho, listo para tatuar—dijo el chico con una sonrisa mientras se frotaba las manos—. ¿Preparado?

—Siempre lo estoy—contestó Colton con una sonrisa.

Entré con ellos a una habitación bien iluminada y me senté en una silla aparte. Colton tomó asiento y el tatuador comenzó a preparar todo el material. Estaba nerviosa, posiblemente más nerviosa que Colton, a pesar de que yo no era la que iba a tatuarse.

Pasó mucho tiempo, demasiado. Ellos conversaban y de vez en cuando me metían a mí en la conversación. Debían ser muy buenos amigos. El tatuador sonrió satisfecho y se apartó de la pierna de Colton. Él se incorporó y observó la nueva obra de arte que formaba parte de su piel, de su cuerpo. 

Era un dragón azul, colosal, enorme y hermoso, con cada detalle, amenazante. Desde la mitad de su muslo hasta un poco más abajo de la rodilla.

Sonreí pero una parte de mí estaba asustada. Envidiaba el coraje que debía tener la gente para atreverse a hacer esas cosas. Era algo permanente.

Era justo como Colton quería, un dragón como él había descrito.

Se levantaron y yo hice lo mismo.

—Ha quedado genial, tío. —Se saludaron chocando los puños y Colton se miró en el espejo.

—A la mitad de precio, por ser tú—le dijo el tatuador mirando el reflejo de Colton en el espejo.

Colton se acercó a mí y me rodeó la cintura con el brazo mientras salíamos de la habitación y nos dirigíamos al mostrador para que él pagara.

Me sentí extraña. ¿Significaba aquello que estábamos saliendo? e había entregado mi virginidad, mi cariño, posiblemente mi amor. Y él me trataba como si fuera su pareja, como si quisiera estar conmigo siempre. Pero una parte de mí me alertaba, era como si una luz roja de peligro se encendiera en la oscuridad de mi mente y me advirtiera de un dolor inminente.

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¡Hola! Un capítulo poco interesante, quizás, pero al menos vuelvo a ponerme un poco en marcha. He estado unas semanas bastante distanciada de la lectura y la escritura por falta de motivación e inspiración. Y aun así no creáis que vuelvo con las pilas cargadas, como podéis comprobar en estos últimos capítulos, pero algo es algo. Espero poder inspirarme más y escribir capítulos más emocionantes. :D

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora