6. La visita

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Estaba nerviosa, ya no por conocer a los padres de mi novio, sino por cómo pudieran reaccionar, tanto uno como los otros, al verse después de tantos años. 

Yo acabé de pintarme los labios con un color suave y natural para acabar de darle el toque a mi look informal pero recatado, mientras Colton terminaba de abrocharse una camisa casual de un tono azul oscuro, lo suficiente tupida como para cubrir todos sus tatuajes, algo que, sin duda, hacía aposta. No lo admitiría, pero él quería evitar conflictos obvios, como los que supondría el que sus padres vieran las nuevas obras de arte que cubrían su cuerpo.

—No debería estar haciendo esta mierda—gruñó intentando abrochar el último botón, sin mucho éxito.

—No te quejes tanto. Aceptaste a que vinieran, y yo estoy a tu lado. ¿Qué puede pasar?

Me acerqué a él para ayudarlo a vestirse y pensé que sí que podían pasar muchas cosas, buenas y malas, pero en aquel momento solo podía pensar en las malas, en las que harían que Colton sacara la rabia que dormitaba dentro de él y que podía despertar con cualquier ruido, con cualquier señal. Y tener a sus padres en casa no era una señal, era como lanzar una bomba.

—¿Es necesario que haga una lista de lo que podría pasar?—contestó, molesto.

Decidí dejar ahí el asunto y fui al salón para acabar de colocar algunas cosas en orden. No quería dar una mala impresión a sus padres, saliera como saliera la cosa.

Y justo a la hora que habíamos acordado sonó el timbre. Colton, que había estado viendo la tele mientras se bebía una cerveza, sentado de cualquier manera, se puso recto, rígido y tenso. Pero no se molestó en retirar el botellín de la mesa de café. 

Fui yo la que abrió la puerta, tan nerviosa que a punto estuvo de entrarme la risa. Me alisé la blusa que llevaba puesta, comprobando que estuviera en perfecto estado y que mi apariencia fuera impoluta. Solté el aire que estaba conteniendo, dirigí una mirada a mi novio, que parecía haberse vuelto de piedra, y esperé a que mis suegros aparecieran por la puerta que yo mantenía abierta.

—Yo soy Evelyn—saludé tendiéndoles la mano en cuando los vi aparecer.

—Frank—se presentó su padre lacónicamente.

—Encantada de conocerte al fin. Soy Claire.

Su madre me miraba con unos ojos verdosos que brillaban demasiado, y una sonrisa en sus labios que era esperanzadora, dulce y arrepentida.

Invité a entrar a los padres de Colton. Ambos entraron en el piso con cautela, como si también ellos estuviesen nerviosos e inseguros ante toda la situación. 

—Así que eres la novia de nuestro hijo. ¿Y se puede saber dónde...?—empezó su padre mientras avanzábamos por un corto pasillo que llevaba al salón.

Se calló en cuanto la figura de Colton apareció, de pie a la entrada de la sala, recto y serio.

Hubo un silencio tan espeso y largo que se podía palpar en el aire, que nos oprimía a todos. Allí estaba él, alto y fuerte, con su cabello ahora corto, limpio en todos los sentidos, sus ojos marrones como los de su padre mirándonos fijamente.

—Oh, Dios mío—susurró su madre llevándose la mano a la boca, reprimiendo las ganas de llorar.

Yo me froté las manos casi desesperadamente.

—Adelante. ¿Les apetece que prepare un poco de té?

Colton me miró advirtiéndome con su mirada. No le apetecía quedarse demasiado rato a solas con sus padres.

Alguien ImperfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora