7: Dándote oportunidades

826 96 6
                                    

Clow

Regreso al hotel hecho fuego, no debí intentar refregar mi pene contra Yuri. Hace rato que no tengo sexo, maldita libertad condicional. Entro a mi cuarto dando un portazo e ignoro a la chica que siempre me saluda en recepción, podría follármela, pero intento tener algo de autocontrol. Aunque cuando me ducho, con agua helada, termino por lastimar mis brazos al fregarlos. Hay sangre en el líquido cristalino que se vuelve carmesí al mezclarse con la sustancia roja. Decido irme adormir rápido, tanto que ni me visto y duermo desnudo, sin embargo me es imposible pegar ojo. No me queda otra, voy a tener que masturbarme.

Agarro mi pene, entonces comienzo a mover mi santa mano, mantengo el ritmo porque sé que soy capaz de lastimar a mi maldito miembro. Por eso es preferible follar, la que se hiere es la chica y no yo. Pensé que pensaría en la Gatita, pero de hecho la Chinita es la que aparece en mi mente. Puedo imaginarme estando sobre ella, inmovilizándola, hacer que esa suave piel tenga marcas mías, humedecer sus zonas erógenas, hacerla gritar mi nombre. Tengo ganas de tirar de su cabello, penetrarla por detrás, por delante, por tantas posiciones posibles. Atarla y mantenerla a mi merced durante horas. Deseo agarrar sus piernas para moverlas como quiera, apretujar sus senos hasta que queden rojos, abrir esa colita firme y meter mis dedos allí. Quiero oírla gritar una y otra vez, necesito explorar esa vagina. Voy a abrirla tanto que no va a poder caminar en días.

Sí, eso me encantaría.

Mierda, me lastime el pene. Genial, me corrí, pero ahora también duele. Lo sabía, nunca tendré autocontrol. Menos en estas cosas.

A la mañana siguiente, me pongo una cremita en mi estúpida parte íntima y mando a llamar al personal de servicio para que se lleven las sabanas que manche. Por suerte había otras en el placar, así que no dormí entre toda esa suciedad que ocasione con mi maldita masturbación.

Luego de vestirme, el día pasa aburrido, ya que no tengo nada más por hacer, al tener que esperar a la noche. Lástima que no veré a Yuri con ese bello vestido apretado otra vez. Aunque en realidad es mejor, ya de por sí, no he dejado de estar caliente, así que no me conviene que tenga ropa tan provocativa.

Terminaría nuestra alianza antes de empezar.

Voy a recepción y me pido un café, falta media hora para que la chinita venga, y todavía no sé lo que hará o si en realidad vendrá. Alzo la vista a la televisión, mientras me mantengo parado, apoyando el brazo en la mesa de recepción. Todo el día evitando películas porno y el maldito televisor, aunque no está pasando porno, sino una escena caliente entre dos protagonistas de una serie, me muestra una escena muy subida de tono.

Yo podría estar haciendo eso en este momento.

―Aquí tiene su café ―dice la chica regresando a su puesto de trabajo, viniendo junto con mi pedido.

Observo a todos lados viendo que estamos solos, entonces giro mi vista hacia ella y le sonrío, entonces se sonroja.

―Gracias ―Tomo un sorbo de mi taza sin dejar de mirar a la muchacha.

―Pue... puede ir al área de comidas si quiere ―dice nerviosa.

―No, estoy bien aquí ―Apoyo el recipiente en el platito.

―Es que aquí no se puede, se mojara algún papel y mi jefe se enfadara si te dejo hacerlo.

―Te ayudare a limpiar ―Dejo de estar apoyado en la mesa de recepción y la rodeo para llegar hasta la chica ―¿Te has duchado? ―Observo su cabello mojado.

―Siento haber tardado con el café ―se disculpa ―pero por favor, manténgase del otro lado de la recepción ―Señala el mostrador.

Aprovecho para acorralarla poniendo las manos en la mesa, a ambos lados de sus caderas, y me acerco a su rostro.

―Vi como me estuviste mirando estos días ―aclaro sus actitudes desde que llegué a este hotel.

―Me pareces lindo pero... no creo que sea un buen momento para ligar.

―Yo creo que es el momento perfecto ―aclaro más para mí mismo teniendo en cuenta que prefiero acostarme con mujeres que se han bañado antes de que tengamos sexo.

Beso a la chica y forcejea, más cuando paso mi mano por debajo de su falda, se asusta al darse cuenta de mis intenciones. Muerde mi labio para zafarse, entonces la empujo contra la mesa. Intenta pegarme con esas estúpidas manos y de hecho eso me agrada, puesto que odio que sean unas indefensas, cuando todavía pueden luchar por su integridad.

Me recuerdan a la gatita.

―Rosy ―expreso leyendo su identificación que está en su remera ―ya que me gusta tu persistencia, prometo tratarte bien.

―¡¡Suéltame, degenerado!! ―grita asustada y sigue intentando quitarme de encima ―¡¡Auxilio!! ―chilla cuando agarro sus manos.

Me desato el cinturón del pantalón y así ato sus muñecas.

―Silencio Rosy, alguien nos va escuchar ―Pongo mi mano sobre su boca y utilizo la otra para levantarle la remera hasta exponer su sostén ―. Voy a hacer una obra de arte con esta piel tan blanca ―Me relamo los labios mientras de sus ojos salen lágrimas y se nota su respiración agitada ―pero antes debo atender mi pene ―Miro su falda. En mi distracción, vuelve a morderme, pero esta vez la mano, suelto su boca y chilla. La sujeto del cuello, luego agarro el café caliente que está a nuestro lado ―. Te lo voy a tirar si me sigues mordiendo, perrita ―amenazo y se calma.

Aburrida.

Dejo la taza a un costado y tiro de sus bragas mientras solloza, aunque ahora no forcejea porque tiene miedo que le tire el líquido ardiente en el cuerpo. Sinceramente eso me excitaría, pero lo haré luego de que la penetre. Abro mi pantalón y me posiciono entre sus piernas, ella se cubre la cara, entonces agarro un preservativo del bolsillo de mi chaqueta, siempre llevo alguno.

Al fin atenderé a mi maldito pene.

O no. Recibo una descarga eléctrica con ese distintivo taser y caigo de sobre la mesa, hacia el piso, cuando una de esas bellas piernas me pega en la cara de una sola patada. Rosy sale corriendo, pero no me interesa, estoy fijo en la mirada de odio con la que me observa Yuri.

―Qué asco ―opina.

Y de alguna forma me dolió, pero tiene razón. No debería buscar su maldita aprobación, pero la sigo mientras se retira.

―¡Espera! ―La agarro de su brazo y se detiene ya fuera del hotel.

―Deberías perseguir a esa chica y pedirle disculpas, además de rogar que no te meta una denuncia, no me sigas a mí ―dictamina severa.

―Tienes razón ―digo guiado por mi conciencia.

―¿Y? ―Alza una ceja.

―Es que... ―dudo de lo que decir ―no quiero que te vayas.

―¿Disculpa? Con lo que hiciste ayer y esto, ya perdiste tu ultima oportunidad, no tengo porqué seguir dejando pasar tus faltas, no lo haré más.

―Por favor, nos necesitamos ―insisto.

―Puedo conseguir la información que quiero sin ti.

―Tardarás más.

Se lo piensa y baja la vista.

―No puedo seguir dándote oportunidades, Clow.

―Juro que lo intento, pero me cuesta ―confieso.

Vuelve a mirarme pensativa y luego frunce el ceño.

―Pues contrólate, eso hace la gente normal.

―No soy normal.

―¿No? ―Alza una ceja ―¿Desde cuándo? ―se burla.

―Desde que Guillermo Gallagher me violó cuando tenía diez años.

Su sonrisa se borra yse queda petrificada mirándome. Siento la sensación de asco por haberloconfesado sin pensarlo. Quiero detener la horrible arcada pero terminovomitando.

Maratón 2/3 7u7

Perversa Oscuridad: Redención [#5.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora