28: No hay otra opción

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Yuri

«Adiós». Es algo tan ambiguo ¿Por qué no un «hasta luego»?

Desde que Clow salió en busca de Gallagher, esa palabra me anda rondando en la cabeza. Sé que estoy olvidando alguna cosa, una conversación, algo, pero no sé el qué ¿Qué hay detrás de nuestra despedida?

Camino en círculos por mi sala de estar, sintiéndome nerviosa, no debí haber permitido que vaya solo. Me sobresalto y dejo de caminar cuando veo que Kei sale del cuarto.

―¡¿Qué haces?! ―le grito ―¡¡Debes descansar!! ―lo reprendo.

―¿Por qué no vas? ―Bufa ―Pareces paranoica ―opina.

―No puedo, tengo que cuidarte ―le aclaro.

―Mira, el tipo me cae mal, pero si te vas a poner así por él, mejor que te vayas y ya.

Niego moviendo la cabeza.

―No, hay que esperar al doctor ―dictamino severa.

―Como sea ―Rueda los ojos y se gira para volver al cuarto.

―Kei... ―lo llamo y se detiene, cuando se da la vuelta para mirarme, le sonrío ―gracias por ayudarnos y por aceptar lo que yo tengo con... ―digo nerviosa.

―A él no, solo a ti ―me interrumpe ―, y no lo acepto, nada más no me queda de otra. Igual, a la primera que intente algo, lo mato.

Me río.

―Que tonto, no te preocupes, no es como piensas.

―Como que te estás tomando muy en serio esa relación, mejor no te ilusiones Yuri, o te vas a arrepentir.

Bufo.

―Tú... ―Me detengo de decir algo más, cuando suena mi celular ―espera ―le aclaro y contesto ―¿Hola? ¿Quién es?

―No me conoces, pero yo a ti sí ―una voz femenina contesta y se presenta ―. Soy Leandra, muchos me llaman Señora L, aunque la Sociedad de las Letras ya se destruyó, pero para no alargar más esto, soy la madre de Clow.

La madre de... ¡¿Clow?!

―Ho... hola, señora ―digo nerviosa.

No sé cómo comportarme ante esta mujer, ni siquiera sé cómo se lleva con su hijo.

―Evitemos los formulismos, acabo de salir de la cárcel y necesito un favor ¿Puedes ayudarme?

―¿Disculpe? ―Alzo una ceja.

―Sé que hoy Clow al fin conseguirá su venganza porque consiguió la oportunidad de ponerle una emboscada a Guillermo Gallagher, conociéndolo como es, temo por su vida, así que quiero que vayas y lo detengas ―me pide con pura tranquilidad.

―¿Qué? ―me asombro dándome cuenta.

«Adiós».

Recuerdo lo que dijo Clow otra vez y entiendo. Se estaba despidiendo, porque sigue pensando en suicidarse luego de matar a Gallagher, como me aclaró la última vez. Esa era la conversación que había olvidado. Maldición, debo detenerlo.

Corto la llamada y salgo corriendo. Ni si quiera le doy explicaciones a Kei. No puedo perder tiempo. Necesito un transporte y rápido. Tomo el auto de mi informante sin su permiso, entonces arranco. Hace tiempo no conduzco, pero a la mierda, tengo que llegar de cualquier modo posible. Bajo la velocidad cuando estoy en la calle indicada, busco la altura donde debo estacionar, o sea el número del edificio, sin embargo no tengo que seguir revisando, cuando visualizo a un hombre desmayado en la entrada. A Clow no le importó dejarlo ahí, por descuidado o porque sabe que va a morir.

Perversa Oscuridad: Redención [#5.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora