14: Olvidos de una noche

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Yuri

Estoy sentada en la silla de mi escritorio, utilizando mi computadora, buscando información sobre Guillermo, incluso uso mi programa ilegal para hallar mejor los datos, pero parece como si se hubiera esfumado. Estoy varada sin poder saber qué hacer, me pregunto si Clow ha descubierto algo, pero ni pienso llamarlo. Él dijo que lo haría si descubría algo, aunque sinceramente no quiero que venga por eso. Me siento muy bipolar, la última vez le deje muy bien en claro las cosas entre nosotros, fui muy severa con él y ni idea por qué me arrepiento.

Lo extraño, y eso no está bien.

Bajo la cabeza angustiada hacia la mesa de mi escritorio, sin llegar a tocarla, me perturban demasiado esos pensamientos. Es un loco, un psicópata, un sádico, no debería sentir esto por él. Ni siquiera puedo creer no estar pensando en Manuel ¿Qué clase de viuda soy? Cierto, ni eso llegué a ser, mi prometido murió en el altar, que horror.

El timbre suena y me sobresalto, alzo la cabeza y miro a la puerta, ni ganas de levantarme así que solo respondo en alto.

―¡¿Quién es?!

―Soy Jerry, tu vecino ―expresa del otro lado de la puerta ―, deberías salir a ver esto.

No me queda otra que pararme al reconocer la voz, me levanto de mi asiento, agarro mis llaves y salgo de mi departamento, luego las guardo. En el pasillo mi expresión se vuelve perpleja, veo a Clow durmiendo en el suelo, cuando me le acerco, agachándome hasta él, huelo el olor a alcohol.

―Es tu amigo, ¿no? ―pregunta Jerry y asiento ―Lo encontré tirado allí hace un rato, ¿necesitas ayuda?

―No, está bien, yo me encargo ―le aviso y el hombre se retira a hacer sus cosas, normalmente a estas horas sale a trabajar.

Vuelvo a centrarme en Clow y le doy dos golpecitos en la cara, abre un poco los ojos y puedo notar el rojo de tanto beber, me sonríe estando mareado.

―Chinita...

―¿Se puede saber qué estás haciendo? ―Frunzo el ceño al reprenderlo, luego lo ayudo a levantarse ―No puedo créelo ―me quejo.

―Te extrañe, Chinita ―susurra en mi oído y le pego ―¡Auch! Que mala.

―Cállate y camina ―le ordeno y damos algunos pasos para ir dentro de la casa, luego cierro la puerta. Lo guio hasta el cuarto que utilizó hace ya bastante tiempo e intento recostarlo en la cama de allí ―. Tú duerme que te buscare un café bien cargado ―le informo.

―¿Por qué eres amable conmigo? ―me pregunta mientras lo sigo sosteniendo del brazo ―Yo te lastimé.

―No fue para tanto y no es momento de hablar de esto.

―Chinita... ―Se acerca a mi boca y huelo el alcohol ―entonces no hablemos ―Sonríe de manera picara.

―No seas imbécil ―me quejo de su comentario fuera de lugar.

―No quiero hacerte daño.

Intenta agarrar mi rostro pero se tropieza y se cae sobre mí, lo que provoca que mi espalda choque contra el suelo, casi a un costado de la cama, me inclino rápido, entonces él vuelve a acercarse a mi rostro.

―No intentes nada o te mato, maldito borracho.

Suspira y veo que sus ojos se humedecen, entonces de repente confiesa algo que me descoloca completamente, mis mejillas arden y provoca que mi corazón golpetee con fuerza.

―Cuando estoy contigo no me siento un monstruo.

Clow

Comienzo a despertar, siento la suavidad de unas sábanas, no recuerdo lo que hice anoche, pero no debe ser nada bueno porque se me parte la cabeza. Abro los ojos y me paralizo viendo a Yuri durmiendo a mi lado.

Perversa Oscuridad: Redención [#5.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora