o5 - SEMPITERNO - الأبدية

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Salí de su habitación cabizbaja, sin ganas de hacer nada. En ese momento me sentía usada, manipulada, utilizada. Mi cuerpo me pesaba, y cada paso que daba parecía extraer me toda la poca energía que me quedaba.

Inmersa en mis pensamientos, de repente recordé una frase que había oído no hace mucho tiempo y que ahora me parecía increíblemente lejana: cada mañana, cada tarde, cada día de lluvia que Jordan pasaba conmigo, me decía: "Si me muero, haré lo imposible por volver a tu lado, para no separarme de ti. Estaré contigo siempre"

"... Estaré contigo siempre..."

Siempre.

El simple hecho de recordar la frase y a la persona que me la decía provocó que las lágrimas inundarán mis ojos y me abrazaran las mejillas. Me daba igual si tenía los párpados hinchados, o me dolía la cabeza, o incluso si respiraba o no. Solo quería llorar.

Justo cuando me cubría el rostro con las manos, alguien llamo a la puerta.

Me quede en silencio, con la vana esperanza de que la persona que estuviera fuera pensara que no había nadie. Pero, aún sin contestar, él abrió la puerta y entró a mi habitación.

Era Mickel.

- ¡Casie! ¿Qué te pasa? - preguntó, realmente preocupado.

No respondí. Mis ojos estaban observando fijamente su brazo, lleno de tatuajes. Una vez leí en algún situó que si mirabas fijamente algo, se paraba de llorar. Pero, a pesar de todo, seguí llorando e ignorando al visitante.

Myckel, al no obtener respuesta, avanzó y se sentó en la cama, justo a mi lado.

Se que no debería haberlo hecho, pero apoyé suavemente mi cabeza en el hombro del chico, en busca de consuelo.

Él se sorprendió ante mi reacción, y note como su cuerpo se tensaba. No movió ni un musculo, ni tampoco articuló una palabra: estoy casi segura de que ambos estabamos pensando por que habiamos acabado de nuevo juntos entre cuatro paredes, y solos.

Pero eso no me importo en aquel momento. Me sentia impotente y no podia hablar: lo único que podía hacer era llorar, sin parar de pensar en que me sentía más sola que nunca. Nadie me felicitaria en el día de mi cumpleaños. Nadie me iba a dar un beso en la mejilla y cantarme el cumpleaños feliz.

Nadie iba a decirme: Te quiero, Casie.

Pero tenía una idea muy equivocada de mi que iba a ser mi cumpleaños.

Me sentía vacía, triste, como si mi única amiga fuera la soledad...

... hasta que Myckel cojio mi mano,  me levanto de la cama, abrio mi portátil y puso la primera cancion marchosa que vio.

Al principio no tenía intención de bailar (obviamente), pero no pude evitar que una sonrisa apareciera en mis labios cuando el comenzó a moverse: nunca me habría imaginado a él, el misterioso Myckel, bailando una canción de fiesta.

Aprovechando mi breve instante de alegría, levanto mis brazos y me animo a unirme a él. Al principio pensé no hacerlo, pero, segundos después, me dejé llevar y empezamos a bailar y saltar sin prejuicio alguno:
En aquel momento estaba mejor que en mucho tiempo: volví a sentirme como en casa, cuando Jace no se había ido y todo estaba bien; cuando Jordán y yo salíamos por las calles, inundándolas con nuestras risas.

Sentí que eramos solo unos críos divirtiéndose, pasando un buen rato, sin pensar en mis problemas.

Cuando quise darme cuenta ya no estaba llorando, solo riendo y moviendome lo mejor que podia delante de él: ese chico tan intrigante que había conocido hace tan poco, pero me tenia tan loca.

Los dos teniamos una gran sonrisa que nos iluminaba el rostro, una de esas sonrisas que deseas que no acaben, que sean sempiternas.

Y antes de que acabase la canción, Sergio entro en la habitacion para darme el móvil. Al escuchar esa canción, se puso a bailar como si no pudiera evitarlo tras dejar el móvil en la mesa (que pena que la Casie del presente os vaya a hacer spoiler y os cuente que eso fue efimero).

Cuando la canción acabó, el recién llegado se fue sin decir palabra.  Mickel puso otra vez la misma canción pero, en vez de bailarla de nuevo, ambos nos derrumbamos en mi cama, exhaustos y a la vez. Los dos nos echamos a reir.

El chico se giró hacia mi, mirandome intensamente. Yo me gire a su vez, imitándole. Recorrí su rostro con la mirada. Era extrañamente hermoso, pensé. Su mirada parecía tierna, y protectora, pero llena de fuego, a la vez.

Aparte la mirada. Sentía las mejillas ardiendo.

Mis ojos se posaron en el hueso donde empieza el brazo. Sin saber casi ni lo que estaba haciendo, puse mi dedo en su hombro y fui recorriendo lentamente todas las líneas, puntos, curvas y detalles del trazado del tatuaje.

Siempre me habían intrigado las marcas que tenía en todo su cuerpo, pero nunca Le había preguntado por su significado.

"¿por qué no?", pensé, antes de darme cuenta de que era una locura

- ¿Que significa? - Le mire, curiosa

Él sonrió, una de esas sonrisas te desarma y te dejan con la boca abierta, jadeante.

-No lo se. -  su sonrisa se hizo más amplia y ambigua al ver mi sorpresa

- ¿Como que no sabes lo que significa tu tatuaje? - trate que mi voz no sonará temblorosa, pero creo que no disimule muy bien mi excitation.

Myckel parecía disfrutar de la situación.

- ¿Quieres que te lo diga? - y se inclino hacia mí, buscando una respuesta.

- Pues claro. - dije, fingiendo seguridad. - ahora no me dejes con la intriga - sonreí, picaramente.

- Ven, acercate. Es un secreto. - aclaro.

Me susurró al oído lo que significaba. Notaba como su cálido aliento tan cerca del cuello me provocaba escalofríos. Sentía como sus labios se movían al hablar y rozaban disimuladamente mi oreja.

Él corazón me palpitaba con fuerza.

Nunca había sentido algo parecido.

Y despues de que me susurrara su significado, se aparto de mi, pero solo ligeramente. Sus ojos, más intensos que nunca, se clavaron en los míos.

Dicen que los ojos son el espejo del alma. Yo nunca había creído en esa creencia popular.

Nunca... Hasta ahora.

En ese momento supe lo que quería decir, por primera vez en mi vida.

Ya que vi en sus ojos lo que iba a hacer antes de que lo hiciera, y supe que no sería capaz de resistirme.

Pero aún así me sorprendi cuando se inclino hacia mi y me beso apasionadamente, como si no existiera nada más, como si yo fuera el agua, y él, el fuego.

Como si fuera lo que más deseaba en este mundo.

THE LOST MIND - العقل المفقود ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora