Capítulo 21

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La casa estaba completamente a oscuras. Sigilosamente Gian y yo subimos las escaleras al piso de arriba. Battista se había quedado en el club con la mujer del sofá. El pasillo estaba en silencio, la luz de la luna entraba por el ventanal. Abrí la puerta de mi habitación lo más sigilosa que pude, al entrar el sonido de la botella de Amaro Averna golpeando contra el marco de la puerta me hizo girarme con cara de pocos amigos hacia Gian. Este hizo un gesto de disculpa y entró en la habitación. Yo me tiré en la cama soltando un bufido. Los tacones me estaban matando. Gian, apoyado en la pared observaba la escena mientras abría con poca maña la botella de licor.

- ¿Te acostaste con él, verdad?

- ¿Mmm? - pregunté alzando un poco la barbilla. Gian me tendió la mano para que me levantara.  Yo lo hice quedando en frente de él

- Etto tiene pinta de tenerla pequeña - bromeó mientras me agarraba de la cintura. Yo me reí, si él supiera...

- ¿En comparación con qué? - pregunté picara, él me miró sin entender lo que quería decir - Mi padre siempre dice que cuando describimos algo es porque lo estamos comparando con otra cosa, de no ser así los adjetivos que usamos no tendrían ningún sentido. Entonces ¿En comparación con qué? - volví a repetir. Él rió dando un trago a la botella. Rápidamente giró mi cuerpo quedando él a mi espalda y me tendió la botella. Yo la acepté y pegué un trago, el liquido corría rápido por mi garganta

Empezó a dejar pequeños besos en mi cuello, mi mano viajó hasta su cuero cabelludo y acarició el corto pelo. Gian era bastante más alto que yo, mi cabeza apenas se apoyaba en su hombro. Sus grandes manos empezaron a bajar los tirantes de mi vestido granate. El vestido cayó como una pluma al suelo. Sus manos recorrieron la costura de mi sujetador. Con un sutil movimiento él quedó de espaldas a la cama. Sus ojos se veían aun más bonitos con la luz de la luna. Su mano se enredó en mi pelo haciendo que nuestros labios se acercaran cada vez más. Sus labios pedían un beso apasionado que no concedí, giré unos centímetros el rostro para que sus labios deseosos de los míos impactaran en mi mejilla. Él soltó una risa ronca

- No juegues conmigo bomba - susurró mientras alzaba la cabeza y se agarraba a los palos del dosel de la cama. Yo me mordí el labio. Con un suave empujón Gian cayó sobre el colchón. A gatas caminé por encima de la cama y me senté sobre de él. 

- Io non gioco, ragazzo - susurré en su oído. El pecho de Gian subía y bajaba de forma desenfrenada. Besé su pecho repleto de tatuajes. Su cuerpo era grande y musculoso. Gian se giró suavemente para quedar encima de mí

Su sonrisa traviesa me encantaba. De forma desesperada desabrochó mi sujetador, yo arqueé la espalda para facilitárselo. Dejó un rastro de besos alrededor de mi cuello que fue descendiendo por la zona abdominal. Mordió la costura de mi ropa interior mirándome a los ojos. Sus manos se deshicieron rápidamente de mi ultima prenda. Mis piernas se abrieron para dejar paso a su boca, su mano derecho empezó a juguetear con mi clítoris, yo me estremecí. Poco a poco su boca se fue acercando más a mi sexo, mi mano se enredó en su pelo. Por momentos me faltaba el aire, la respiración se me entrecortaba. Mis pulsaciones se alteraron, agarré con más fuerza el pelo de Gian, él se incorporó un poco y se deshizo de la poca ropa que le quedaba. Su miembro estaba notablemente hinchado, el roce la punta con mi clítoris me hizo temblar. Él soltó una risa ronca

- Mmm - ronroneó en mi oído. Con un fuerte movimiento introdujo su miembro en mi interior, yo contuve la respiración. Clavé mis uñas en sus hombros. Sus movimientos eran rápidos e intensos, con cada envestida pequeños jadeos se escapaban de mi boca

- Gian...Ah...Me voy a correr - articulé entre suspiros, él rió y mordió con fuerza mi cuello intentando reprimirse. Yo levanté mis piernas para que la penetración se pudiera profundizar, llevé mi mano a mi clítoris y la masajeé hasta que mi cuerpo se tensó llevándome al orgasmo. Segundos después Gian también llegó al orgasmo eyaculando en mi interior

Ambos nos quedamos tumbados en la cama, sin articular palabras. Gian acariciaba los rizos de mi pelo hasta que caí en los brazos de Morfeo

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