Capitulo 11

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La noche fue larga. Después de que la policía se fuera mi padre se metió en su habitación sin despedirse. Franccesco hizo lo mismo.

Gian se quedó en la puerta viendo cómo los furgones se alejaban, pensando, seguramente, como nos libraríamos la próxima vez de la policía.

Yo decidí subirme a mi habitación. Allí me quité el maquillaje. La noche no había acabado como me esperaba pero podría haber sido pero. Ahora podríamos estar yendo nosotros en esos furgones, pero con unas esposas en las muñecas. Era algo que no me gustaba, nuestras vidas pendían de un hilo en todo momento, cualquier fallo nos llevaría a la cárcel de cabeza.

No quería esconderme para siempre.

El día estaba nublado, Lia se deslizó escaleras abajo. No se había levantado a desayunar, estuvo pensando toda la noche, no podía dormir. En el salón algunos empleados se agrupaban frente a la televisión.

Estaban dando noticas de última hora.

"Buongiorno, les informamos del importante contro
l policial  anti-narcotráfico que se realizó ayer en una lujosa casa de la ciudad de Palermo al sur del país. Aun que el registro no se pudo terminar y no se hallaron sustancias ilegales en el interior de la vivienda, la policía califica la actuación de exitosa. Les seguiremos informando. A continuación el tiempo"- La chica rubia que se encontraba leyendo la noticia desapareció y en su lugar se pudo ver el mapa del país con la previsión meteorológica.

Los trabajadores se quedaron en silencio unos segundos, de repente sentí sus miradas posadas en mí y rápidamente volvieron a los puestos de trabajo.

Yo me quedé allí, sin saber qué hacer. Contemplando el mapa del tiempo y la advertencia de temblores debido al volcán Etna.

Otra vez la misma historia. Otra vez estábamos en el ojo del huracán. Decidí ir hacía el despacho de mi padre. El camino se me hizo eterno, recordaba cuando de pequeña me perdía por estos pasillos. Me gustaba ver a mi padre. Contemplarlo. Sus gestos. Sus movimientos. Todos lo consideraban un hombre malvado pero conmigo había sido la persona más maravillosa del mundo. Después de la muerte de mi madre mi padre y yo nos unimos mucho más. Él dejó de viajar de un lado para otro para ocuparse plenamente de su hija, al menos los primeros años. Después, cuando cumplí 7 años él volvió a tomar el mando de la familia. No le reprochaba nada, al fin volvía a ser él. Dejó durante unos años aquello que le llenaba para cuidar de mi, y al fin volvía a ser él. Unos cuantos años después conoció a María. A pesar de lo que la gente pensaba yo sabía que ella lo quería mucho, y él también lo sabía.


Por fin llegué al despacho. Llamé a la puerta y cuando escuché la voz de mi padre abrí. Estaba sentado en su mesa mirando unos papeles. Cuando me vio se levantó para darme un abrazo.


-¿No has oido lo que han dicho en televisión?- pregunté asombrada


-No te preocupes por los temblores, es normal.- dijo mientras reía.


-No, papà. Han hablado sobre lo de anoche. No han dicho nada sobre nosotros, pero la gente puede deducirlo.- su rostro se endureció 


-Vete, tengo que hacer una llamada.

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