Capitulo 6

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Ya había amanecido, caminaba por el pasillo jugueteando con los cordones de mi pantalón de pijama. Decidí desayunar en el jardín, cerca de la piscina había una pequeña mesa de cristal.

El desayuno ya estaba servido, me senté mientras observaba a varios jardineros arreglando los grandes setos que impedían la visión por fuera de la finca.

María se encontraba tomando el sol encima de una de las tumbonas de cuero blanco del jardín, portaba como siempre el anillo de boda que le había regalado mi padre pocos meses después de que se conocieran.

No era el anillo de su madre, eso era algo que a Lia le tranquilizaba, aun que todo el mundo sabía que desde que murió la primera esposa de Rocca este había tenido varias aventuras ninguna se compararía con el amor que sentía hacia su madre.

Se soltó el pelo y cerró los ojos, el sol calentaba su cuerpo de una manera agradable. Después de unos minutos volvió a su posición inicial y empezó a desayunar mientras la idea de darse un baño en la piscina pasaba por su mente.

Después de que recogieran el desayuno decidió pasear por el jardín, quería coger algunas flores frescas para tener en casa. Mientras su madre vivía siempre había flores frescas en casa.

Cuando llegó a la parte frontal de la casa vio el coche de Gian, un Ferrari, típico en los hijos de narcos. Entonces recordó que tenía a su invitado aún en la cama. Una idea pasó por su mente.

Mientras subía corriendo las escaleras su padre salía de su habitación, le dio un fugaz beso y siguió por su camino. Sabía que iba al puerto a controlar la mercancía.

Cuando llegó a la puerta donde dormía Gian se peinó el pelo con las manos y se acomodó la ropa. Después llamó a la puerta y la abrió despacio.

Allí estaba Gian, no en la cama como ella esperaba sino de pies mirando por la ventana mientras hablaba por teléfono. Llevaba unos pantalones de chándal e iba sin camiseta.

Ya con la puerta abierta Lía volvió a golpearla para llamar la atención de Gian.

Cuando este se giró la vio, le dio una leve sonrisa y se despidió de la persona con la que hablaba. Por último tiró el teléfono sobre la cama.

Perdóname- dije sonriendo- No sabía si seguías dormido.

No importa, ¿ya has desayunado? - me preguntó mientras buscaba una camiseta en el armario. Ya había metido su ropa, eso quería decir que pensaba quedarse bastante tiempo.

-Sí, iba a darme un baño en la piscina. Venia a decirte que mi padre ha tenido que salir. Ya no te molesto mas. - me apresuré a cerrar la puerta.

-Tú no molestas- rápidamente se acercó impidiéndome cerrar la habitación.

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