9. Represión vs Efusión

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Y ahora, finalmente Ginny. Algunas chicas lucían algo cansadas, pues los recuerdos habían sido largos y extenuantes, pero nadie se quería perder la pareja más inaudita que había resultado del sorteo. Astoria la que menos. Había quedado muy satisfecha con lo vivido con el primogénito Weasley, y esperaba con una sonrisa interesada lo que revelaría el recuerdo de Ginny.

Ginny por alguna causa empezó a hacerse pequeñita, ni aún el ser la última la había preparado para ese momento. Hermione estrechó su mano dándole seguridad y vació el recuerdo. Probablemente lo que más le afectaba injustificadamente, era algún sentimiento de culpa.

Finalmente el recuerdo dio inicio con Ginny parada en medio del salón de una elegante casa, no del tamaño de Malfoy Manor, pero era una gran Residencia. Estaba mirando el reloj, eran las 12. Varias de ellas se extrañaron de la hora ya que todas llevaban el tiempo contado y habían salido de la Mansión Potter antes de las 11. De cualquier modo nadie dijo nada.

La casa estaba a oscuras, ella llevaba el papel en la mano aún:

"Draco Malfoy.

Sube las escaleras, tercera puerta a la izquierda. Estará despierto."

Tomó el papel y lo echó en la chimenea encendida bajo el reloj. Las chicas iban unos pasos detrás de ella, quien caminaba con paso lento y sólido. Al llegar tomó la perilla y después de un respiro entró como si fuera su habitación. Draco estaba despierto como lo había predicho Astoria, con un libro en las manos. Ginny se metió directamente al baño. Una bruma sorda las envolvió y acto seguido Ginny salió del baño, Draco ya no tenía el libro en las manos y la observaba.

–Hola. – le dijo reclamando la ausencia de saludo.

–Hola… - suspiró la pelirroja. No tenía idea de cómo se saludaran y quería evitar el beso en los labios lo más posible.

–¿Qué pasa, te trataron mal?

–No. No, de hecho me cayeron bien, buenas chicas todas…

¡Gracias! – rieron las chicas. Astoria también sonrió.

–… fueron amables a secas. – terminó Ginny mientras abría los cajones en busca de un camisón.

–Mmh. Voy por un vaso de agua, ¿quieres?

–¿Y el elfo? – ¿Draco Malfoy sin elfo? Eso lo tenía que documentar.

–Hace un rato que se fue con mamá. Llegará temprano como siempre.

–Ah claro. Yo también quiero agua… con un hielo, por favor.

El rubio se fue con el encargo y ella aprovechó para batir con mayor confianza los cajones de Astoria. Lencería fina, baby dolls, corsés, ligueros, negligés. ¿Era posible que esa chica socialité no tuviera un camisón sin transparencias? Lo era. Ella no halló ninguno. Claro, tenían apenas dos meses de casados. Sacó el Baby doll más cubierto que encontró y lo aventó sobre una silla cerca de ahí. Se sentó en la cama y se quedó pensativa quitándose los zapatos.

–Tu vaso. – dijo el rubio al ponerlo sobre la mesita de noche. La observó un momento y fue a sentarse a su lado. –¿Qué es lo que te pasa?, dime la verdad. Si te han tratado mal, voy a hablar con mamá y si es necesario con Andró…

–No, no, no… nada de eso. Es sólo que el vino que me dieron me ha pateado duro.

–Mmh, lo debe haber comprado algún Weasley…

Aquellas palabras fueron el interruptor adecuado para Ginny. Cuando el rubio se movía, ella lo cogió del cuello y lo besó, al principio casi agresivamente, después conforme él fue tomando parte activa, el beso tomó un curso normal. Era curiosa la forma de besar de Draco, ninguna de ellas lo había visto antes besarse con nadie. Ni aún Astoria, aunque ella podía imaginar sus besos. Su boca es pequeña y sus movimientos eran como los de un bebé alimentándose de su mamá. Y Ginny pensó que tenía la lengua más suave y dulce que había probado. No viperina, no. Con un toque de menta.

Otra Noche de Confesiones Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora