13. 1, 2, 3... ¡Mambo!

56 4 0
                                    

A través de las experiencias que habían compartido ya en esta despedida y en la anterior, si algo habían aprendido los chicos, era que no podían dar nada por sentado. Lo que parecía fácil luego resultaba más complicado y lo que parecía complicado luego resultaba muy fácil. Ellos pensaban que Harry sería posiblemente quien tendría una fantasía insatisfactoria y había sido Neville quien inesperadamente había resultado afectado.

Con las damas no hay nada escrito, pensaban los chicos, después del recuerdo de Neville.

Después de los últimos comentarios a cerca del recuerdo de Neville los chicos se dieron tiempo para reconfortarse con un trago. Ron estaba sentado en una silla e iba sobre el segundo trago, inexpresivo. Neville se sentó a su lado y le sonrió, pero entonces Ron se levantó con la misma expresión de una pared.

Cuando volvieron a reunirse, los chicos aclamaban el recuerdo de Percy pues con esos comentarios que lo hacían parecer todo un erudito en el tema del sexo, creaba gran expectación a cerca de su fantasía. Eso además de que la fantasía que había expuesto era un verdadero clásico.

De entrada, la primer pregunta que asaltó al pelirrojo de anteojos fue, siendo que se había proclamado en total discreción con su prometida, con quiénes había logrado realizar su fantasía. Ante lo que respondió:

–Fui a una casa de mujeres… profesionales.

"Aaahhh" "Ooohh" se escuchó a coro por parte de los chicos acompañado de levantamiento de cejas.

–Ah, mira tú qué decente eres. ¿Ven? Él no engaña a Audrey más que con profesionales… jajajajaja – rió George a carcajadas.

–Esto no es engaño, ustedes me obligaron.

Los chicos rieron burlándose del comentario.

–No te hagas el santurrón Percy, la fantasía te salió del alma con el veritaserum, y no era con tu prometida, lo cual… nadie te va a juzgar. Pero no nos salgas con que tenemos la culpa de que quieras estar con dos mujeres. – le dijo Bill.

–Bueno, hay fantasías que se le ocurren a uno con la mujer que ama y otras que… no son para ellas. Los hombres somos algo procaces en lo referente al sexo, y hay cosas que deseamos que pueden ofender a las mujeres que amamos… Le pasó a Ron también…

–Percy, nadie te juzga. En serio. Entendemos a lo que te refieres. Adelante. – Remus siempre mediando las cosas.

Una vez explicado lo anterior el chico reacomodó su lentes y vació el recuerdo. Inmediatamente después apareció entrando a una habitación decorada con lujos añejos, parecía la habitación de una casa de citas de buena categoría. Era de suponerse que Percy no iría al Callejón Knocturn. Las mujeres que lo acompañaban eran muy guapas. Delgadas, altas, muy atractivas. Una de ellas pelirroja y la otra con el cabello color trigo.

Percy se detuvo en la puerta dejándolas pasar a ellas primero lo que provocó que las mujeres levantaran sus cejas y rieran un poco por la caballerosidad de su cliente. Los chicos observaban sin perder detalle. La pelirroja se aventó a la cama con desparpajo mientras la otra chica se colocaba a espaldas de él y le abrazaba hablándole al oído.

–Tú dices qué quieres. ¿Show entre nosotras mientras tú ves? ¿O vas a participar?... ¿Qué es lo que quieres?

–Voy a participar… y quiero toda su atención en mí.

Las chicas voltearon a verse sonrientes; la pelirroja se levantó de la cama y sugerentemente le respondió:

–Concedido. Quítate los lentes.

Otra Noche de Confesiones Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora