12. Me Hacen Falta Ojos

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La cara de Harry irradiaba felicidad, después de recordar de nuevo lo que vivió en su fantasía, había vuelto a disfrutarla y se sentía listo para un encuentro en ese mismísimo momento. Mientras los chicos por su parte empezaban a animarse a presentar sus fantasías, a hacer comentarios y a pensar en las nuevas.

–jajaja No hay mejor sexo que el de fuera de la recámara… - murmuró Sirius con una sonrisa.

–El de la cocina… - agregó Bill.

–Encima de la lavadora… - rió Remus.

–Ey, hablando de esas cosas. ¿Qué tal te fue en el motel Neville? – preguntó George.

Neville se sonrió muy tenuemente y movió la cabeza, indeciso.

–¡No me digas que te fue mal! – dijo Charlie incrédulo de que chicos tan jóvenes pudieran no gozar del sexo.

Mmmhhh no, mal no. Pero…

Los caballeros observaban al chico con interés, su fantasía era una de las más prometedoras. Su indecisión al responder parecía intrigante.

–A ver, Neville ¡vas!. – dijo finalmente Harry contagiando su curiosidad.

Neville dio un suspiro y sacó el recuerdo, su expresión era muy intrigante, se veía satisfecho pero sin embargo le faltaba aquél brillo de solía tener en la mirada cuando hablaba de Hanna. Finalmente lo liberó.

El recuerdo los llevó hasta una puerta pintada de un color mamey, bastante molesto a la vista. El lugar no era muy fino aunque al menos no se miraba sucio. Hanna lucía un poco desconcertada, Neville sonreía. Él abrió la puerta y ella caminó despacio dentro de la habitación.

El lugar era amplio y la cama al centro tenía una gran luna, un enorme closet con puertas de espejo y además uno que decoraba el techo. Hanna los miró admirada y con atención. Neville seguía con sonrisa emocionada.

–¿Te gusta?

Hanna dio un suspiro corto y después respondió riéndose resignada. Estaba ruborizada.

–¿Cómo conoces este lugar?

–Me lo recomendó Geo… m-me lo recomendaron… Será genial.

–Si… - dijo Hanna mientras seguía paseando la vista por todo el lugar.

Neville se quitó la chamarra y caminó hacia ella, quien se detuvo cuando sus rodillas tocaron el borde de la cama. Él la abrazó cariñosamente y ella correspondió y se giró para besarlo. Los chicos se besaron dejándose llenar por la pasión y se dejaron caer en la cama que chirrió agudamente. Hanna abrió grandes ojos y volvió a reír.

Los chicos siguieron besándose, calentando motores sobre la cama para disfrutar de esa nueva experiencia, aunque cada movimiento lo acompañaba un chirrido de la cama que parecía estar distrayendo a Hanna.

Poco a poco Neville fue despojándose de su ropa y también a su novia, quien le ayudaba con toda calma. Besos, caricias, chupetes húmedos sobre la piel que iba quedando desnuda… Él se encontraba sobre ella y Hanna recostada, al abrir los ojos, tenía completamente la vista del espejo sobre ellos. El reflejo la hizo sonreír en una ocasión.

El chico iba aumentando su pasión mientras ella iba poniéndose más distraída. Le sonreía y correspondía pero, tenía los ojos demasiado abiertos. Curiosamente aunque Neville era quien deseaba disfrutar de los espejos, era quien menos atención les ponía, hasta ahora al menos.

Hanna se había quedado en interiores cuando Neville comenzó a quitar su propia ropa. La chica aprovechó para quitar sus zapatos hincada sobre la cama. Neville quedó sólo en bóxers y al terminar la abrazó de espaldas con pasión, esta vez ambos podían ver sus reflejos en el espejo del closet.

Los chicos miraban hacia el espejo, Neville observaba cómo sus propias manos recorrían la piel blanca de Hanna y empezó a jalar de su sostén exponiendo lo que éste guardaba. La acariciaba mirando y aunque la rubia parecía dispuesta al principio, cuando vio que su deleite duraba más de lo que ella esperaba, trató inquietamente de cubrirse con las manos.

Entonces Neville optó por desnudarla, quitó finalmente el sostén y bajó sus pantaletas retirándolas, aún hincados sobre la cama, observándose en los espejos. Pero ella iba mostrándose más tímida a medida que las prendas iban cayendo.

Hanna es una chica muy linda, aunque todos podían ver que no era una sílfide en medio del viento. Era una chica generosa de carnes sin llegar a la gordura. Pero eso a nadie le importaba. Ni los chicos lo consideraban algo particular, ni mucho menos Neville. Pero… los complejos de una adolescente frente al espejo, siempre pueden surgir.

Neville inmerso y disfrutando por completo su fantasía, cerraba los ojos extasiado, dejando que la mano que escondía entre las piernas de su novia lo llevara muy lejos. Todos los visitantes observaron como Hanna dejó clavada su mirada seria sobre las expresiones de quien jadeaba en su oído. Esa era la tristeza de Neville.

Vi el recuerdo antes de traerlo… me siento un imbécil, no puedo creer que no me diera cu

–No, Neville, no digas eso. Después lo comentamos. – comentó Remus con calma.

El recuerdo siguió su curso. Ahora estaban de frente y ambos se acariciaban íntimamente, Hanna no quería ver más los espejos y la mejor manera era simplemente verlo a él, lo que siempre veía. Un rato después, preparados para la acción, Neville buscó acostarse sobre la cama para que ella lo montara y tener la vista más morbosa, la del techo. La chica se unió a él y el juego comenzó, no sin acompañarse de los agudos chirridos de la cama en cada movimiento, y todavía más, Hanna tenía al frente la enorme luna de la cabecera. Neville miraba el espejo del techo, pero ella miraba frente a sí, en la luna de la cama, como sus pechos aplaudían cada uno de sus movimientos y la llantita de bicicleta que se le hacía en la cintura… y esos chirridos que seguramente sonaban hasta Londres.

Inevitablemente y aunque ella se esforzaba en disfrutar, se cubría un poco al moverse y estaba desconcentrada, no lograba disfrutar como acostumbraba con él, mientras que Neville estaba disfrutando bastante. La besaba y la acariciaba con fogosidad.

Después de un rato en esa posición el chico se levantó y poniéndola en cuatro patas la colocó frente al espejo del closet. Ahora ambos tenían la misma vista, misma que uno disfrutaba y la otra padecía. La chica empezó a tomarse los pechos tratando de evitar el balanceo y trató también de no observarse pero terminó por decirle a Neville que cambiaran.

Neville se encontraba muy excitado, para él parecía una gran noche. Ella se acostó en el centro de la cama y él sobre ella para ponerle el broche de oro al encuentro.

Esta vez las cosas cambiaron, Hanna abrió lentamente los ojos y lo único que miraba era el cuerpo de Neville ondeando sobre el suyo. Sus nalgas, su espalda, sus manos abrazándolo… lo atrajo más hacia sí. Esa imagen era tan buena que la hizo borrar lo anterior y la manera ligeramente obscena en la que se veían sus piernas extendidas en el aire.

Cuando finalmente Neville se corrió Hanna lo abrazó con sus piernas y él se quedó recostado, recuperando la respiración sobre su pecho. Ella le acarició el cabello y sonrió suavemente.

Al regresar del recuerdo, Neville parecía un poco entristecido.

–No me di cuenta de que ella nunca se corrió hasta que lo vi , ni siquiera estaba a gusto…

–No me lo pareció Neville. Bueno, vamos… no era que le gustaran mucho los espejos pero tampoco la vi tan reticente. Al final sonreía. – le dijo Bill palmeándole la espalda.

–¡Pero ella no acabó y yo ni cuenta me di!

–Anda Neville, no seas presumido jaja las mujeres no siempre se corren, y menos si están estresadas… ellas no son como nosotros. – rió ligeramente Sirius.

–Yo lo disfruté, mucho. Pero me apena que ella no lo haya hecho.

–Al final a mi me pareció que si… las mujeres tardan en agarrarle el gusto a las cosas. – dijo Percy como todo un sabio. –Y si les preocupan sus rollitos…

–¡Vah! ¡A quién le importa eso! – dijo Neville.

–¡A ellas…! – respondieron al unísono Harry, Remus y Charlie quien rodaba los ojos riendo.

Otra Noche de Confesiones Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora