-11-

231 34 24
                                    

Haylee

Los fuegos artificiales se detienen poco a poco y las luces de colores dejan de iluminar el serio rostro de Harold. Me siento como en una tonta escena melodramática cuando no puedo detener el recorrido de mis lagrimas por mis mejillas. Vamos Haylee, que no es tan difícil dejar de llorar. No será el primer hombre que no te quiera...

Pero si el único.

—Lamento ser yo quien te de esta clase de información —murmura. —Pero no es un secreto que me interesas, y no deseo verte triste —abro la boca para replicar pero él me acalla con un gesto de su mano. —Haylee, yo entiendo. No necesito absurdas explicaciones, ni tu empatía. Me gustas pero yo a ti no.

Quiero decir que esto es embarazoso, pero no me siento así. Seria hipócrita de mi parte pretender que no sabia del flechazo platónico que Harold tenia conmigo. Desde niños él había tenido una predilección hacia mi presencia, pero ¿Que podía yo hacer?...

—¿Puedes prometerme algo?

Él me mira con cautela y asiente.

—Lo que quieras.

—Nunca, pero escúchame bien; nunca le dirás a nadie que viste a Haylee Allegheny llorar por un hombre. Mucho menos por uno que no la quiere.

Harold hace una mueca graciosa y entrelaza su meñique con el mío prometiendo jamás hablar de mis miserias. Lo cual agradezco en silencio.

Me doy la vuelta y levanto mi barbilla. Furiosa como me encuentro me dirijo hacia el laberinto por donde vi al traidor numero dos de esta historia; el primero es Darién pero ya tendré mi ajuste de cuentas con él. Ese arrogante, bueno para nada y hermoso lobo salvaje.

¡Ay niña! Tu sí que estas mal.

Paso por uno de los laterales donde la gente se encuentra con la esperanza de que nadie me note. No es necesario ser un genio para saber que mis dos horas de trabajo en mi maquillaje se arruinaron. Y haré pagar a los responsables de eso.

Un sonido ahogado llega a mis oídos y me estremezco. Toda clase de escenas comienzan a rondar por mi inestable cabeza y en la mayoría de ellas hay una gran señal de alto que me advierte que debería anunciarme antes de interrumpir a las dos personas con las que me cruzo.

—Sí.. ahh.. Kylee— la suave voz de Marie se distingue entre el ruidero de jadeos y respiraciones. Ya que soy una persona impulsiva grito antes de pensar que quizá mi mejor amiga y mi primo querían algo de privacidad. —Ahh...

—¡Aquí estas mendigo traidor!

En cuanto me acerco a ellos noto mi metida de pata. Kyle tiene entre sus brazos a Marie y lo veo raspar de arriba abajo su cuello con sus colmillos.

Santa mierda.

Me apresuro a quitar a mi mejor amiga de sus brazos a lo cual ella protesta con disgusto. Sus ojos brillan y demora un par de segundos en estabilizarse sobre sus dos gelatinosas piernas.

—¿Qué diablos, Kyle? ¿Estás loco?

No concibo en mi cabeza la idea de que Kyle estuviese a punto de convertir a Marie, a mi inocente Marie, en su súbdita. ¿Es que acaso desea morir?

—Devuélvemela —gruñe. —No te metas, Haylee. Esto no es asunto tuyo.

Coloco a Marie tras de mi preparada para darle batalla a la criatura que ahora es mi primo. Kyle se ve muy mono, con sus ojos de raros colores y un par de orejas que se mezclan entre sus cabellos rizados. Diablos, odio no poder fotografiarlo.

—Se volvió mi asunto en cuanto le dijiste a tu hermano que no viniese a mi fiesta —me quejo. —No tenías derecho a hacerlo.

—¿Qué tiene que ver Darién?... Oh ya veo...

Libérame [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora