-23 II PARTE-

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Marie

Trago el agua, pero con mi lengua aparto la píldora atascándola en mis mejillas y luego, la escupo con asco.

Yo no soy como ella. No puedo deshacerme de algo que es mío.

Mío.

Mirando el resto de las píldoras sobre la mesa las tomo y las guardo en el bolsillo de mi pantalón.

Estoy tan confundida que mi cabeza comienza a doler. ¿Qué hago ahora? Regresar con Malcom y descubrir que me mintió, no es una opción.

"—No estés nerviosa — dijo Kyle esa vez y vi sus manos temblar más que las mías.

—Haremos esto — habló rápido. —Podemos con esto."

Me siento en la cama y no percibo el tiempo pasar.

"—Yo... iba a decírtelo, pero... Todo ha sido un caos últimamente."

¿Mentiste? ¿Lo hiciste Kyle?

"Los últimos mil noventa y cinco días de mi vida habían trascurrido en una burbuja de negación y tristeza para mí."

Tres años.

"En ese momento, al correr de la mano de Kyle por uno de los senderos del laberinto con la brisa nocturna acariciando mis mejillas y revolviendo mi cabello, la vida me gritaba a la cara que estaba viva y que era libre."

—Soy libre —murmuro. —Yo elijo. 

¿Mentiste Kyle? No. Elijo creer que no. 

El hombre que me habló antes vuelve a la habitación y ve mis ojos hinchados, el vaso sin agua y ninguna de las píldoras.

Él me mira fijamente y sonríe de lado.

—Eres una buena niña.

Mis nervios se crispan al oír esa maldita frase. Me levanto rápidamente.

—Me voy a casa. Es suficiente para mí.

Ya he decidido. Cómo él dijo; tomar las riendas de mi vida. Conocer la verdad y proteger lo que tengo.

—Ha sido la mejor elección —dice Alba intentado acercarse a abrazarme. Me alejo de su toque. —Te daré mi número telefónico por si necesitas algo.

—No, no lo quiero.

—Marie...

**

En el taxi camino a casa busco los próximos vuelos a Grecia. Si mal no recuerdo, Kyle viajaría hasta Atenas. Tiemblo al no saber qué sucederá conmigo y ese viaje. Tecleo un par de veces y confirmo un boleto para la madrugada de mañana.

Tengo hambre y acaricio mi vientre con cuidado, disculpándome una y otra vez con ese pequeño ser que no tiene culpa de nada. Pero que me encargaré de proteger a toda costa.

Abro la puerta de casa y mis tíos me abordan.

—¿Qué diablos, Marie? —se queja Malcom. —¿Qué ha pasado contigo? Llame a Mikeila y ella dijo que... ¿Has estado llorando? — su respiración se entrecorta y Hanna se acerca a mi preguntando lo mismo.

—Estaba ocupada.

Respondo y subo las escaleras rumbo a mi habitación. Tengo que buscar todo lo que necesito para el viaje.

—¿Qué?

Malcom insiste en seguirme hasta mi habitación. No soy tan rápida como deseo y me impide cerrar la puerta para él.

—Háblame, te lo ruego. ¿Qué pasa contigo?

Miró mi cómoda, sé que ahí está mi pasaporte.

—¿Qué conoces acerca de la Orden de Cazadores, tío? —me giro a mirarlo y acentuando la ultima palabra. Su cuerpo se congela y el color escapa de su rostro. —Si planeas hablarme con la verdad, entonces quédate. Si no, déjame en paz.

Malcom duda, y doy la batalla por perdida cuando lo veo marcharse en silencio.

Tomo una de mis mochilas y allí meto una camisa, una blusa y un par de jeans. Llego hasta la alcancía en forma de tacón que Haylee me regaló años atrás y la vacío de todo su contenido.

"—Feliz día de nuestra amistad, Marie —había aparecido en casa sin ser invitada. —Sé que dijiste que no te gustaban estas cosas femeninas que llamaban la atención...

—No me gustan los tacones.

—Pero, encontré estas fabulosas alcancías en una venta de garaje al dos por uno —sonrió. —Y como eres mi mejor amiga pensé en obsequiártela.

—¿Soy tu mejor amiga?

—¡Pues claro!

Prometimos ahorrar dinero para hacer algún viaje alocado.

Haylee rompió primero su promesa cuando sacó sus ahorros para ponerse un arete en el ombligo. Luego me había llamado llorando para contarme la verdad."

El sonido de la ventana de mi balcón siendo manipulada me trae de regreso al presente. La pesada cortina que cubre el cristal comienza a separarse y mi corazón se detiene al ver un par de oscuros rizos asomarse de a poco.

—¿Kyle?

El tiempo se detiene cuando las dos gemas turquesas regresan a iluminar mi vida.

—No soy un monstruo —dice con voz temblorosa apareciendo entre las cortinas. —Y jamás dejaría que pienses eso de mi. Lo lamento si...

Lo callo lanzándome contra él, a abrazarlo. 

Libérame [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora