EXTRA 1: SEBASTIAN Y BETH

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Sebastian

—Estas de guardia esta noche Corfú.

Asentí apretando con fuerza mis dientes. Hacia demasiado frio y los malditos bastardos de mis superiores habían decidido tomarme de blanco estas ultimas semanas. Esta vez no era divertido ser el centro de atención. No estaba hecho para aguantar sus abusos y negarle a mi padre la verdad. Lo cierto era que no me interesaba seguir siendo un pequeño de papá, dependiendo de él para cada estúpida decisión.

Y allí mi principal error.

—¿A que no saben lo que hallamos? —uno de los soldados de mi escuadra habló entusiasmado. —Hemos encontrado un cambiaformas.

No muchos les prestaron atención. Éramos siete en el grupo y mis seis compañeros parecían llevarse de maravillas. Yo era el único inadaptado que no formaba ningún lazo de amistad o complicidad.

—Es hembra.

Dijo uno de los patrulleros como si anunciara haberse sacado el premio gordo de la lotería.

—Y toda nuestra.

Tres de nosotros se encogieron de hombros y se despidieron yéndose a dormir. No les interesaba en lo absoluto el hecho de que una criatura fascinante se encontrara vagando en esas frías tierras.

Y a mí no podía importarme menos. Estaba aburrido de esos idiotas que tenia como compañeros. Estaba aburrido de todo, de ese estúpido apellido que me seguía como la peste; de mi padre empeñándose en mantenerme en una nube de algodón; de mi mismo, por no tener el coraje suficiente para vivir la vida.

Estaba demasiado cómodo y aburrido con todo. Y no planeaba salir de esa zona de confort, aunque la odiara.

Vi a los tres restantes arremolinarse para correr tras el reciente descubrimiento. Me quedé rezagado atando y desatando uno de los cordones de mis botines.

Una estúpida sensación de opresión en mi pecho irrumpió mi momentánea paz.

—¿Sigues aquí Corfú? —uno de los bellos durmientes me miró extrañado. —Pensé que tú también irías a divertirte un poco.

—¿Disculpa?

—Creí que seguirías la corriente y aprovecharías la distracción de la noche. El estrés puede matarnos a los hombres y es bueno desfogar un poco de energías.

Me quedé asqueado con la sugestiva propuesta. Me levanté como un resorte y en dos zancadas estaba frente a él.

—Grupo de imbéciles. Hablaré con el Capitán para que encuentre otra manera de desfogar nuestras energías.

Él apretó con fuerza la mandíbula y antes de que me contestara salí de la tienda en la que estábamos.

Corrí siguiendo el aroma de mis compañeros. Los encontré intentando correr una gran piedra de lo que parecía la entrada a un escondite.

Un lastimero maullido de auxilio erizó todos los vellos de mi cuerpo.

—Sal de ahí gatita, gatita —el idiota que había llegado con la noticia logró correr la roca. Estiró su brazo intento tomar algo y luego gritó con rabia. —¡Esa zorra! Espera a que te agarre, sucia bestia, no volverás a arañar en tu vida. Ronronearas de placer cuando...

Eso encendió la sangre que corría por mis venas.

—No te atrevas a tocarla —dije con la furia bombeándose desde mi corazón a todo mi cuerpo.

Ellos se giraron a mirarme fastidiados porque interrumpiera su festín.

Intentaron atacarme, pero ya había tenido suficiente. Desconociéndome a mi mismo por ese sentimiento de protección arremetí contra ellos. Agradecí al cielo mi ascendencia, ya que todos éramos vampiros en su segundo año de despertar y ninguno tenia permitido un súbdito hasta el próximo año.

Libérame [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora