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Darién

Al fin a solas en mi habitación, luego de un extenuante día, me permito flaquear. Las pesadas cortinas no dejan pasar la luz y la única iluminación de la estancia es de un velador al lado de mi cama. Desde que vivo en esta casa me he sentido identificado con este lúgubre y oscuro lugar.

Me siento sobre la cama y abro con cuidado un cofre que simula ser meramente decoración.

Respiro profundo y tomo el hermoso dije color ámbar entre mis dedos.

<<Al fin haremos justicia, alma mía.>>

La puerta de la habitación se abre y la figura de Zullema se hace visible. Ruedo los ojos con hastío.

—¿Qué quieres? —pregunto con desgana envolviendo la delicada cadenilla de oro en mis manos.

Ella mira todo el rededor y suspira, infundiéndose ánimos. Esta es la primera vez que Zulle entra en mi habitación. Me atrevo a decir que es la primera vez que estamos tan cerca. A pesar de vivir bajo el mismo techo nunca compartimos más que un distante y cordial saludo de buenos días.

—¿Qué estás haciendo con tu vida, Darién? — pregunta en voz baja, pero la oigo. —Estoy tan preocupada por...

Una carcajada seca se escapa de mi garganta sin que desee detenerla. El cinismo de las personas puede ser apabullante algunas veces.

—Repito, ¿Qué quieres conmigo? Estoy ocupado, Luna.

He intentado conservar la distancia entre nosotros desde que se mudaron a la mansión. Tuvimos una reunión en donde acordamos las reglas de convivencia. Y ahora ella rompía una de las más importantes; entrometerse en la vida del otro.

—¿Podrás... podrás algún día perdonarme?

La miro fijamente. Aquí vamos de nuevo. Aquí esta la charla que evitaba y que si por mi fuese jamás la hubiésemos tenido.

—No soy nuestra Diosa para perdonarte. Soy un simple lobo que ha aprendido a vivir con el rencor. No me malinterpretes, Luna, tuve una infancia y adolescencia feliz. Milena se encargo de eso, al igual que Galatea Allegheny —contesté sin la más mínima muestra de simpatía por ella. —¿Qué buscas ahora? ¿Cariño? ¿Reconocimiento? Pues es tarde para eso.

Directo, justo lo que pretendía. Ya sin aplazo. Nunca le oculte a ella el hecho de que su presencia me disgustaba. Zullema siempre supo que su estadía en la casa central de la manada Elephant se debía al bienestar de sus hijos. Mis hermanos.

—Era lo mejor para ti. En aquella época...

Niego con resignación.

—No me quieras hacer creer que fue una decisión altruista —rebatí ya cansado de su papel de victima en toda esta situación. —¿Sabes cuantas noches llore por ti? ¿Cuántas noches pregunte a los adultos sobre mi "fantabulosa" madre? No, no lo sabes porque no te interesó. Tuviste la oportunidad de volver y no lo hiciste. ¿Por qué no puedes aceptar mi rechazo ahora? Yo acepté el tuyo.

—Darién, no es así... yo, lo siento... —solloza. —Eres mi hijo...

—Deja de hacer eso, deja de intentarlo. Eres mi madre, me engendraste y durante cuatro años lo diste todo por mi... pero elegiste Zullema. Vive con ello. Lidia con las consecuencias de tus acciones.

Quiero decirle que lo sé. Sé todo respecto a los acontecimientos que nos separaron. La propuesta de trabajo del imbécil de Enrique, la trampa en el prostíbulo y por último cuando Thanos la busco para que regresara a mi lado. Esta vez si con un trabajo estable y un techo sobre nuestras cabezas...

Libérame [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora