Capítulo 2

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La fiesta de cumpleaños de Madara Uchiha estaba en todo su apogeo cuando Sakura llegó aquel sábado. Había estado a punto de no ir, pero al final pensó que, si no iba, Sasuke iría seguramente a buscarla y sería peor.

Ahora más que nunca necesitaba mantenerse apartada de él. Quería tener su secreto a salvo el mayor tiempo posible. Se había hecho otros tres test de embarazo y todos habían dado positivos. Tuvo una sensación de vértigo al pensar que estaba embarazada y llevaba un hijo en sus entrañas. Pero sólo estaba de seis semanas. Era aún muy pronto para tener garantías de que todo saliese bien. Los abortos que había tenido en el pasado se habían producido durante las ocho primeras semanas del embarazo.

Un buen número de camareros uniformados, dando muestras de gran habilidad y equilibrio, pasaban por entre los invitados llevando en la mano bandejas con todo tipo de bebidas.

Signora Uchiha –le dijo uno de ellos–. ¿Le apetece un poco de champán?

–Gracias –contestó ella con una sonrisa de circunstancias–. Pero prefiero un zumo de naranja.

Con la copa en la mano, se dirigió a la zona de recepción donde un nutrido grupo de gente se arremolinaba en torno al homenajeado para felicitarle. Había estrellas de Hollywood, altos personajes del mundo de las finanzas e incluso algunos representantes de las monarquías europeas, además de los amigos íntimos de Madara y, naturalmente, toda su familia.

La chica se había puesto muy elegante para la ocasión. Tenía que seguir representando el papel de esposa modelo que había desempeñado durante todos esos años. Había elegido un vestido rojo que resaltaba el rosado natural de su pelo y el bronceado que había adquirido en un breve viaje que había hecho recientemente. Llevaba unos zapatos de tacón bastante altos, aunque no lo suficiente como para estar a la altura del hombre que se acercó a ella en ese momento y le puso una mano en la espalda. Sintió un pequeño sobresalto y estuvo a punto de derramar la copa.

–¡Sasuke! ¿Qué demonios te crees que estás haciendo presentándote así de esta manera? –exclamó ella algo irritada.

–Estás maravillosa esta noche, Sakura –replicó él sin hacer el menor caso a sus palabras y acercándose a ella hasta hacerle sentir su aliento en el cuello–. Mmm... veo que te has vuelto a poner ese nuevo perfume. Va muy bien con tu personalidad.

Ella frunció el ceño apartándose de él unos pasos.

–Creo que será mejor que te vayas con tus amigos. Todo el mundo se pondrá a cotillear si nos ven juntos. No quiero tener más incidentes con la prensa.

–Déjales que hablen –dijo él con una sonrisa burlona–. ¿O es que no puedo estar un rato con la que pronto será mi ex mujer? Además, tenemos que discutir aún algunos asuntos.

–Si te refieres a la villa de Bellagio, debo decirte que no he cambiado de opinión. Ya he enviado todos los papeles a tu abogado. No estoy dispuesta a que me despaches de cualquier manera. Ya te dije que quería esa propiedad.

–Lo sé –dijo él, tomando una copa de champán de la bandeja del camarero que pasaba por su lado en ese momento–. Pero el caso es que existe un pequeño problema –añadió mientras echaba un buen trago–. Yo también la quiero.

–Pues hay una cosa clara –dijo ella con una leve sonrisa irónica–. Los dos no podemos tenerla, ¿no crees?

Él le dirigió una mirada tan dura como el acero.

–Bueno, he estado pensando en ello. Me gustaría que, al menos durante los próximos doce meses, la villa continuase siendo una finca privada, tal como ahora, sin ningún cambio.

Divorcio para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora