Capítulo 9

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Sakura se quedó sorprendida por la ternura de aquel beso. La noche de la boda de su hermano había sido todo muy distinto. Una pasión desenfrenada se había adueñado de ellos y se habían besado y abrazado de forma salvaje. Había sido algo primitivo y descontrolado.

Lo de ahora era diferente. Exquisitamente diferente.

Más suave, más reposado y sensual, pero no menos excitante. Sentía el mismo calor subiendo desde las puntas de los pies hasta el centro mismo de su feminidad, mientras él deslizaba la lengua por la comisura de sus labios.

Ella abrió la boca para él y gimió de placer cuando sus lenguas se juntaron. Se abrazaron con naturalidad, como dos viejos amantes después de una larga ausencia.

Él parecía tan familiar y sin embargo tan excitante y seductor... Su lengua se unió a la suya en una danza erótica y sensual. Ella deseaba más, más besos, más caricias, más de todo lo que él le había dado aquella noche loca hacía ya seis semanas, más de eso que ella había deseado en secreto desde entonces.

Continuaron besándose hasta que él puso las dos manos en la parte baja de su espalda y la atrajo hacia sí, haciéndola sentir de inmediato la dureza y el calor de su miembro entre los muslos. Ella recordó la potencia de su erección de otras ocasiones y pensó que sería inútil resistirse. Su cuerpo estaba ya preparado. Cada poro de su piel respiraba el deseo que sentía y que anulaba cualquier asomo de sensatez.

Sasuke le desabrochó la blusa, botón a botón, con mucha parsimonia y luego deslizó los dedos por la hendidura de su escote. Ella se estremeció al contacto y se apretó a su cuerpo, deseando más. Y él se lo dio. Inclinó la cabeza y acarició uno de sus pechos desnudos con los labios y la lengua hasta que el pezón se puso terso y duro y ella se puso a jadear.

–Pareces más sensible –le dijo él con la voz apagada mientras acercaba su boca al otro pecho.

–Serán las hormonas –dijo ella soltando un gemido al sentir su lengua en el otro pezón.

Sasuke la besó entonces en la boca con renovada pasión y ella le devolvió el beso, entregada y sin ninguna reserva.

Dio! –dijo él apartando la boca unos segundos para respirar–. No sé si debemos seguir. No estoy seguro de saber controlarme. Podría haceros daño, a ti o al niño.

La chica encajó esas palabras peor que si hubiera recibido una bofetada.

–El médico te dijo que no había ningún problema, ¿no? –dijo ella con las manos alrededor de su cuello para impedir que se fuera.

–Sakura, te deseo tanto... –replicó él con la respiración entrecortada.

–Entonces tómame –susurró ella.

Él la levantó en brazos con suma facilidad, como si fuera más ligera que una pluma, y subió las escaleras con ella hacia el dormitorio principal. La dejó en la cama y se quitó la ropa mientras miraba con ojos encendidos cómo ella se quitaba la suya.

Se echó al lado de ella, de costado, poniendo una pierna sobre su cuerpo con mucho cuidado para no aplastarla con su peso y la besó en la boca de nuevo.

Ella aprovechó esa postura para tomar su miembro con la mano y sentir su dureza y su magnitud. Comenzó a acariciarlo, sintiendo cómo la sangre inundaba aquel músculo, haciendo su erección cada vez más poderosa. Los movimientos rítmicos de su mano, arriba y abajo, parecían acompasarse con sus jadeos, despertando cada vez más su deseo. Contempló satisfecha el poder sexual que como mujer tenía sobre él.

Él le soltó la mano y comenzó a besarla por todo el cuerpo, empezando por los pechos y siguiendo por el estómago, el ombligo y el abdomen hasta llegar al centro mismo de su feminidad, limpio y depilado.

Divorcio para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora